viernes, 25 de octubre de 2019

Sheila Lumen

Eran las ocho menos diez minutos cuando pedimos dos Riberas del Duero a la camarera que atendía la barra del bar. Una muchacha se acercó a por dos botellines de agua y dos vasos. Algunos clientes charlaban animadamente. Otros, deambulaban entre las estanterías en busca de algún autor, o tal vez, sólo curioseaban. Una veintena de sillas vacías, miraban al ventanal que daba a la calle bulliciosa. La chica rubia y delgada colocaba los botellines de agua y los vasos sobre la mesa de mármol blanco. 
Las ocho y cinco. Las ocho y diez. Ya no había vino en nuestras copas.
Leía un relato en el móvil antes de dar el último sorbo de vino cuando oí la voz del librero. Las mesas al lado de la barra del bar estaban vacías y un par de personas rebuscan entre los libros que había en los rincones más recónditos de la librería.   

A punto de irnos, el joven que nos cobró el libro “Elogio a la anarquía, por dos excéntricos chinos del siglo III” se acercó con la chica rubia y delgada que había llevado los dos botellines de agua con los dos vasos a la mesita redonda de mármol blanco que estaba al lado del ventanal y enfrente de las sillas metálicas negras.
-Dijisteis que no conocéis a la autora, os presento a Sheila- 
La voz de Sheila era suave y dulce. Éramos los únicos clientes que esperaban a la autora desconocida de la story on the road “Delirios de una zurda y otras reflexiones”. Charlamos durante unos minutos antes de ocupar las sillas frente al ventanal. A la presentación del libro de Sheila se unió un chico de estatura media, rubio con gafas, apenas tendría treinta años y otro moreno con gorra y cesta de mimbre. Sheila nació un año después de las Olimpiadas de Barcelona y de la Expo de Sevilla. Es zurda, le gusta pensar y vivir cada instante. Nos cuenta como Homero y Selena se conocen y emprenden un viaje filosófico de cuatrocientos kilómetros. De Elche a Madrid, Selena explica a Homero el por qué se intenta adiestrar a los zurdos. 
Algunas risas y muchas reflexiones de lo que es la vida. Preguntas y respuestas. El chico de gafas, el moreno con cesta de mimbre, Homero, Selena, Sheila y nosotros conversamos acerca de lo zurdo, de lo diestro y de la efímera existencia.
Sheila compartió sus poemas, su tiempo y su número de teléfono. Los ocupantes de las sillas vacías se perdieron la presentación de un libro que promete ser tan excepcional como su joven autora.

miércoles, 29 de mayo de 2019

La importancia de lo que dejamos de tener

Hace unos días escribí en el Facebook que estaba harta de la otitis y sus pitidos. Un amigo me dijo que me cambiaba la infección de oídos por su hipoacusia neurosensorial con acúfenos. Desde entonces he reflexionado sobre ello y sobre los comentarios que hacemos en las redes sociales.


Desde hace un par de semanas, la infección en los dos oídos no me ha permitido poder escuchar, desde los vídeos de YouTube hasta los sonidos más habituales que en el día a día no ponemos atención en ellos. Las conversaciones se hacían complicadas y el ¿qué dices? se convirtió en una especie de mantra repetido una y otra vez. No respondía al tratamiento y por mi cabeza empezaron a pasar cosas... esas que oyes a lo largo de tu vida y de las que conoces algún caso. ¿Y si no pasase la infección y perdiera audición? -Cuando me pongo dramática no hay quien me gane- entre risas la respuesta habitual es "pa lo que hay que oír" o "ya no tendrás que hacerte la sorda". Las personas somos crueles con el mal de los demás, no pensamos el daño que puede hacer. El chiste fácil se convierte en burla y la burla en una herida difícil de curar.
Con todo esto y la respuesta de mi amigo que tuve en el facebook, le fui dando vueltas al coco. Qué fácil nos resulta hacer bromas cuando es a los demás los que sufren una "minus-valia" o una "in-validez", o una "dis-capacidad". ¡Que palabras más feas! ¿No os parece? ¿Realmente hay que poner etiquetas?. Para clasificar a las personas según su grado de producción en la sociedad está claro que el Estado siempre las ha puesto.

Estoy segura que la adaptación de las personas que sufren estas situaciones, que de la noche a la mañana se ven imposibilitados para llevar la misma vida que llevaban, tanto laboral como personal, es un calvario. A nivel laboral ya se sabe que las empresas y el sistema no anda con mucho miramiento y en cuanto pueden te dice que no eres apto para trabajar. Entonces es cuando comienza un sin fin de papeleos, reclamaciones, peritajes, denuncias y juicios. Esto en el caso de que el trabajador o la trabajadora estén asesorados.
Pero ¿en la vida personal? Para alguien que tuvo una audición sin ningún tipo de problemas, el quedarse sin escuchar y sin poder oír de repente, es un verdadero drama. Al menos para mi lo sería.


En estos días no pude oír el canto de los pájaros. El aire meciendo las ramas. La lluvia cayendo en el tejadillo. Para una persona que disfruta de vivir en el campo, estas tres cosas tan simples tienen más importancia que la meramente bucólica. Los sonidos de la naturaleza nos dan continuamente señales. Si hace buen tiempo, si amenaza lluvia, la cantidad de agua que cae, si debemos preocuparnos por el temporal o si ya es hora de despertar por el trino de los pájaros, o si ya es noche cerrada porque uluan los búhos. Los ladridos de los perros me avisaban de extraños que se acercaban a usmear, o de la llegada de la familia. Los ladridos son diferentes. Pero también dentro de la casa es importante oír. Al cocinar. El ruido que hace la tapa de la olla al comenzar a hervir el agua, el sonido que hace el aceite al calentarse, las burbujas del gas al abrir un refresco. Dejas de escuchar los pasos de quien se acerca. Te sientes inseguro. No puedes ponerte en alerta. Las conversaciones desaparecen. La gente se cansa de elevar el tono de voz y yo me canso de decir ¿Qué? Pero también dentro de la casa es importante oír. Al cocinar. El ruido que hace la tapa de la olla al comenzar a hervir el agua, el sonido que hace el aceite al calentarse, las burbujas del gas al abrir un refresco. Dejas de escuchar los pasos de quien se acerca. Te sientes inseguro. No puedes ponerte en alerta.Te sientes fuera de todo. Te conviertes en el gran observador. El mundo deja de contar contigo pero tu sigues en el mundo haciendo esfuerzos en oír.


Hace dos días volví al otorrino. La infección persistía en ambos oídos. Me aumentó la medicación y ayer me sentí feliz cuando escuche el trino de los pájaros. Pero sigo reflexionando sobre la falta de sensibilidad, la falta de adaptación del entorno. Recordé cuando en un viaje a París, mi rodilla estaba tocada. Subir y bajar escaleras me producía un gran dolor y en ninguna de las entradas y salidas de metro había ascensor.

Los ciudadanos no somos del todo conscientes de las barreras que hay en las ciudades para las personas discapacitadas (Falta o limitación de alguna facultad física o mental que imposibilita o dificulta el desarrollo normal de la actividad de una persona) bien sea de una  forma temporal o definitiva. Tenemos que  vernos en situaciones complicadas para darnos cuenta de ello.




lunes, 27 de mayo de 2019

Sobre los resultados de las elecciones



Una vez dije que no escribiría de política en mi blog, pero los que me conoceis sabeis que la política siempre me ha atraído y quedarme callada tras dos procesos electorales como los de abril y mayo, sería como amordazarme yo misma. Que el triunfalismo de los abanderados haya dado caballo ganador al sanchismo y echarse al sol del verano de la legislatura que viene, es como la cigarra con la panza llena que canta mientras la hormiga negra que no roja, se va pertrechando silenciosamente de fanáticos seguidores.

España no ha dejado de votar a la corrupción. El lazarillo continúa grabado a fuego en el adn de los españolitos de charanga y pandereta. Las tres caras de la derecha sólo han hecho que la foto de familia saliera movida mientras que algún patriarca se fue a por tabaco y no ha vuelto todavía. Mientras gurús y chamanes de la izquierda deciden a quién sacrificar sin hacer acto de contricción.

Ha quedado al aire y fragmentado el encofrado de la izquierda morada que aprisionaba el movimiento de la centenaria rosa roja fraternal florecida a la espalda de la Puerta del Sol y frente al Ministerio de la Gobernación allá por el año 1879. La rosa vuelve a florecer y habrá que cuidarse de las espinas. La experiencia de los siglos de pensamiento y organización son la clave de de ese savoir fair que moviliza hasta al más desencantado. Por contra los acólitos fugados de la organización morada se han consagrado a la búsqueda del vellocino de oro sin atender los asuntos del pueblo que reclamaba su presencia. Y al final de la lucha contra los gigantes, los sanchopanzas le dijeron al caballero de la esbelta figura de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro que no era cuestión de personas sino de trabajo. Porque no sólo era cuestión de sanear y dedicarse a ver como crecían las magdalenas en el horno, sino que había que seguir amasando juntos porque los madrileños necesitaban más. 

He de suponer que en sus profundos momentos de reflexión, los votantes, decidieron que ante un disfraz de socialdemocracía amoratada, prefirieron la solciademocracia sin aditivos o el neoliberalismo en estado puro, a falta de una igualdad utópica. Y que los indepes siguen siendo indepes por muy en cárcel preventiva que estén. 

La ciudadanía de izquierdas puede parecer despistada o entretenida con la salsa rosa que le distrae de la realidad de no llegar a final de mes, de la continua subida de la luz, los alquileres y de los pimientos. Ya ni para pescado dan los salarios que aunque subidos a bote pronto por la insistencia de la permanencia de un pacto y la presión de los sindicatos afines a la añeja izquierda, no son lo suficientemente cuantiosos como para olvidarse de los damnificados de las regulaciones de empleo y la reforma laboral aún sin derogar o los aprisionados de una ley mordaza más propia de los tiempos de la inauguración de pantanos en blanco y negro. Cansados de historias de Mortadelos y Filemones han buscado soluciones a todo lo que les quita el sueño viendo que mientras unos juegan a la silla otros van trabajando en reuniones que con diálogos encuentran soluciones que no apaños con los más difíciles contrincantes que como el tío Gilito sólo miran por su dinero.

Es al currante, al autónomo de la pequeña y mediana empresa, al funcionario mileurista, al parado, al estudiante, al agricultor, al ganadero, al pescador, al minero... son estos a los que hay que escuchar porque a los otros les da igual el profugüismo derechil porque saben que esten donde esten seguirán, los de derechas continuarán defendiendo que la contribución con sus ganancias sea exigua para poder crecer un patrimonio con el que pagar el impuesto de sucesión, con las manos agrietadas de horas trabajando por salarios indignos de sol a sol. Porque estos son los que aplauden la exportación de la mano de obra y la supremacía del pensamiento único enarbolado de rojo y gualda mientras reniegan la ayuda a los que tras jugarse la vida por un sueño, les sacan la producción de un campo cada vez más estéril acosado por los plaguicidas y una estrábica unión europea empobrece cada día más al sur para enriquecer al norte.

Las teorías conspirativas no dejan de ser interesantes pero los votantes preferimos políticas productivas que nos saquen de este desasosiego y podamos lograr la Tierra prometida del bienestar social en el que llegar a final de mes no sea un sueño y el paro quede relegado al ostracismo.


 

domingo, 19 de mayo de 2019

L'alcordanza d'ella



Caminaba adulces ente les carbes. Abasnando la pena, la soledá y el vacíu. La compañía de l'alcordanza d'ella y de les llárimes que de tantu en cuando esnidiaben pola mexella. 


Inda nun yera branu, empezaben a floriar el pumares. Pero ella yá nun tomaría sidra enxamás. 


Bermiego - Asturies



Caminaba despacio entre los matorrales. Arrastraba la pena, la soledad y el vacío. La compañía del recuerdo de ella y de las lágrimas que de tanto en cuando resbalaban por la mejilla. 

Todavía no era verano, empezaban a florecer el manzanos. Pero ella ya no tomaría sidra jamás.

lunes, 13 de mayo de 2019

Periplo al marasmo

Foto de Natalia Valdés



No importa que mires el calendario.
Observa los edificios y el color del mar al atardecer. 
El agua se turbia con olor a bronceado.
Los panales de hormigón chirrían y tiemblan. 
El marasmo está por llegar.
Las medusas navegan jugando con la espuma para llegar transparentes e inertes a la orilla. 
Suena la alarma y ondea la bandera roja. 
Los peregrinos tuestan sus carnes y riegan su gaznate hasta ser reos de una dipsomanía estival. 
Suena una sirena.
Otros han logrado regresar.
En el invierno insípido y vacío no hay medusas, se han ido a otro mar.

domingo, 12 de mayo de 2019

Cambios que hay que cambiar

Después de muchos años, el mes pasado me decidí a cambiar el formato de este blog. La opción elegida me parecía la adecuada, dando mucha importancia a la fotografía inicial de cada entrada. Me equivoqué. Ese formato no facilitaba la lectura. Hacer clic en la imagen y esperar a que se abriera el texto era un rollo.
Vamos a probar que tal os va con este nuevo formato que aunque muy sencillo, os permite leer y ver las imágenes de las entradas al mismo tiempo, además podéis suscribiros al blog o poneros en contacto conmigo mediante los formularios de la columna de la derecha. Así que ya sabéis a contarme qué os parecen el blog, los textos y las fotos.😉 


jueves, 9 de mayo de 2019

De Sant Elm a S'Arracó



Parece que fue ayer cuando extendí un mapa de carreteras en la mesa del comedor, para calcular la distancia entre la playa de Palma y Sant Elm. Hacía pocos meses que tenía el carnet de conducir. Y sólo hacía un año que vivía en la isla. Llevaba bastantes kilómetros andados por las carreteras de Mallorca, pero casi siempre la misma ruta. Me asusté un poco al ver el mapa. Sí o sí, tenían que recorrer los más de cuarenta y cinco kilómetros de distancia y cruzar lo parecía dos puertos de montaña con un montón de curvas pronunciadas. Había quedado con unos amigos que tenían su barco fondeado en la costa de Sant Elm y aquel domingo nadie me podía acompañar.
Salí temprano. Tenía claro que novata y con tráfico, no era una buena combinación si no quería escuchar insultos y bocinazos. En la isla se conduce lento, pero mi falta de experiencia por aquel entonces y en situaciones difíciles me llevaba a límites exagerados. Recuerdo que hasta llegar a Andratx todo fue bien y a buena velocidad. Las calles estrechas del pueblo comenzaron  a dificultar la excursión. A aquellas horas no había muchos coches circulando. Atravesar el pueblo fue rápido. Después comencé a ascender por una carretera estrecha y con bastantes curvas. Ahora sé, aunque no haya ningún cartel que lo indique que aquel pequeño puerto de montaña se le llama el "Coll de S'Arracó". La cosa se complicaba pero no tanto como me había imaginado. Apenas me fijaba en el paisaje. Llegué a un pueblo muy pintoresco en el que no vi a nadie por la calle. Aquel conjunto de casas a ambos lados de la carretera era S’Arracó. No me quedé con el nombre en la memoria. Fue años después cuando recordé que había pasado por allí. Aún quedaba un  rato para llegar a ver el mar y más curvas.  Por fin llegué a Sant Elm. Miré el reloj y no había tardado tanto como me había figurado. Recuerdo  que  todos los bares y tiendas estaban cerrados. Era demasiado temprano para llamar a mis amigos.  Decidí dar un paseo y recorrer el pueblo. Atravesé las callejuelas que desembocaban en una calle ancha al borde del mar. A la izquierda los bares y restaurantes se sucedían uno tras otro. Todos estaban cerrados. Seguí caminando hasta la playa de arena blanca. No era demasiado grande. Las hamacas y las sombrillas estaban alineadas perpendicularmente a la orilla. No ocupaban demasiado espacio pero sí el suficiente para dar servicio al hotel que había al lado. El mar estaba tranquilo y se podía ver el fondo de algas, rocas y arena. Veleros, lläuds y yates fondeados, se balanceaban por el ir y venir de las olas. Todo en absoluto silencio. Seguí caminando cuesta arriba y después cuesta abajo. Cada pocos metros me paraba a mirar el paisaje. Sant Elm me parecía un pueblo de postal. Tenía algo que le daba un encanto especial. Mis pasos me llevaron al final de la calle. En algún lugar vi que la cala de roca se llamaba cala Els Conills. Fue años después cuando descubrí uno de los mejores restaurantes de la isla. Para llegar a él tenías que seguir un camino estrecho que salía a la derecha de la cala de roca y que solamente llevaba al restaurante que tomaba el nombre de la cala.

Comencé a toparme con gente. Algunos ya llevaban la barra de pan debajo del brazo y caminaban ojeando la prensa. Volví sobre mis pasos hasta una cafetería abierta, frente a la playa. Los tenderos sacaban los expositores con ropa playera, alpargatas y colchones inflables.  Me senté y pedí un café. Sant Elm recobraba el ritmo y los turistas iban ocupando las hamacas en la arena, mientras que arrancaban los negocios.  Con el bullicio de la gente  supuse que ya era una hora razonable para llamar a mis amigos. Pasó un  buen rato hasta que me recogieran con la zodiac para regresar al “Peregrino”, un velero de ocho metros y con dos camarotes, además de la sala central en donde cenamos.  Aquella primera vez que estaba a bordo de un velero no salimos a navegar.  Tomamos el sol y nos bañamos al lado del “Pantaleu”, un islote en medio de la bahía.  Disfruté tan intensamente de aquel día que veinte años después soy capaz de recordar los detalles.
Años después, la vida me regaló la oportunidad de vivir en este rincón de la isla al lado de un “raconer”, así dicen a los que son nacidos en S'Arracó, disfrutar de las playas y los montes; recorrer sus caminos; conocer a sus gentes; vivir sus fiestas, aprender sus costumbres.
La carretera se ha hecho más ancha y las curvas ya no son tan curvas. Descubrí que en Sant Elm hay más de una playa. Que en su playa Grande cada verano se pelean moros y cristianos. Que la puesta de sol tras la Dragonera es un espectáculo en dónde la armónica de José Carlos te hace soñar. Que montaña arriba hubo un monasterio trapense desde dónde los monjes contemplaban la Dragonera y cultivaban las vides. Que la torre de Cala en Basset, es una torre de señales con fuego, construida en 1583 para avisar de la llegada de barcos enemigos a otros puntos de la costa.  Que desde S’Arracó llevan en procesión a la Virgen de la Trapa acompañada de vecinos que tocan la xirimia, el flabiol y el tamborino.
También fue en S’Arracó donde aprendí que en Navidad se comen sopes de Nadal y crespells en Pascua. Que con los albercocs  se hace un tipo de ensaimada y que la coca de trampó  no puede faltar en un picoteo con amigos.
No llegamos a doce mil los habitantes de todo el municipio de Andratx que aumenta con los veraneantes que tienen sus casa aquí; esparcidos entre los distintos núcleos: Andratx, Port d’ Andratx, sa Comas'ArracóSant Telm Camp de Mar. Cada rincón de cada pueblo tiene su nombre y cada lugareño su mote.  Las lenguas se mezclan, como se mezcla la gente.
En S’Arracó influyó la costumbres que los migrantes a Francia, trajeron en sus vacaciones. Hasta el punto que su calle principal es Carrer de França (calle de Francia). Y a la abuela se le llama “mamie” (pronunciado meme) 
S’Arracó tiene rincones secretos para el turista como Sa Font del Bosc o Els Tres Picons y que ahora comienzan a aparecer en las rutas de senderismo que recorren los “caminantes” en primavera.
El arte está muy presente en sus habitantes. Fue aquí en donde se organizó la primera “Nit de l’art” (noche del arte) de todo Mallorca. Pintores, escultores, fotógrafos y músicos, llenan cada julio, las calles con sus trabajos en un ambiente de fiesta en dónde no resulta extraño ver puestos de venta de comida para sacar fondos para cualquiera de las organizaciones culturales que tiene el pueblo. Se escuchan los grupos de música tocando tanto música folclórica como moderna e incluso en algún callejón hay sitio para el jazz. Y los tres bares del pueblo rebosan de gentío que quiere ver los cuadros expuestos o tomarse una cerveza. También se convierte en galería de arte el Bohemio (restaurante argentino) y  la pescadería-ostrería, sin dejar de ofrecerte sus especialidades previa reserva. Ese día, media Mallorca está en las calles de S’Arracó. Importante llegar temprano para poder aparcar junto al campo de petanca. Ese día queda prohibido circular por el pueblo.
Y el resto del año la vida transcurre en un apacible ir y venir sin prisas. Sentados a la puerta de casa con alguna labor de punto mallorquín, en el huerto quitando las malas hierbas, cuidando los naranjos, las oliveras o recogiendo algarrobas. Las discusiones por el fútbol y las risas en el bar con los amigos.  Atrás queda ver a las "madonas" del pueblo haciendo cuerda. Y los sábados paseo por el marcado que se ha quedado pequeño; Regine vendiendo sus cuadros hechos con retales de tela; el frutero y el que asa los pollos. Me entristezco al ver que ya no quedan payeses vendiendo sus productos. Pero la gente se pasea y compra.

Y en septiembre vuelve a llenarse la plaza de gente. Llegan los que viven fuera para disfrutar de las fiestas. La música suena, el baile comienza y corros de niños juegan.
Por Sant Antoni nos vemos en la plaza para torrar. S’ Arracó llena la noche de olor a panceta, butifarrón y sobrasada asada con leña. En la plaza se junta todo el pueblo alrededor de bidones que hacen las veces de barbacoas. A quien se le olvida pasar por la carnicería, la organización pone a la venta la bandeja con la carne típica para que no te quedes con hambre.  Esta vez suena la ximbomba y la voz de los glosadors a la luz del fuego.


Sant Antoni i el Dimoni

jugaven a trenta-u,
el Dimoni va fer trenta
i Sant Antoni trenta-u.

Sa ximbomba ja no sona
ni sona ni sonarà,
perquè té sa pell de ca
i sa canya que no és bona.

Sant Antoni va per mar
tocant una campaneta,
i amb sa seva guitarreta
tots es peixos fa ballar.

Sant Antoni feia sopes,
a vorera de la mar
el dimoni hi va anar
i se les va menjar totes.

El dimoni Cucarell
va neixer en temps de magranes
sa mare en tenia ganes
de pegar-li pes clotell.

Sant Antoni gloriós,
de viana anomenat,
siau nostro advocat
de tot perill guardau-mos.



Set anys, nou mesos i dies
esclau del rei vaig estar
per aprendre de sonar
el grall de les xeremies.




martes, 23 de abril de 2019

Tiempo de cambio

Con la llegada del buen tiempo renovamos el blog para que la lectura sea más amable y puedas disfrutar de la imágen.
Comenzamos una nueva época de cambios en la que nuestra prioridad será mantener el blog activo con publicaciones periódicas. Queremos saber qué temas te interesan. Deseamos que participes en nuestro blog, dejando tus comentarios y compartiendo las entradas que más te han gustado, en tus redes sociales. 


                                                                                               Costa de Andratx. Mallorca. Foto de Natalia Valdés 

viernes, 19 de abril de 2019

El marido de su amiga

Cómo si se tratara de una avalancha de rocas, los trozos de carne caían en su estómago. Al cuarto bocado dejó el cuchillo y el tenedor a un lado del plato. Los pedazos de buey asado subían y bajaban por las paredes del estómago intentando volver al esofago provocaban aquellas nauseas con sabor a vino tinto rancio. Bebió el agua directamente de la botella intentando persuadir el vómito. Tiró la servilleta de tela sobre la mesa. Levantándose, rápidamente se fue al baño. Aquella sensación era muy desagradable. Las arcadas se sucedían una tras otra expulsando por la boca todo lo ingerido durante el día. Preocupado, el marido la siguió esperando al otro lado de la puerta.

Al fin pudo pasar del baño al salón. Se recostó en el sillón de cuero negro gastado por el roce de los años. Él le acercó una taza con una infusión de manzanilla a la vez que la acarició y le dió un beso. Se apartó sentándose en el sofá sin dejar de observarla. 

Sin levantar la mirada del interior de la taza, sintió el calor de la chimenea. Entre temblores, cerró los ojos y concentrada en su respiración intentó relajarse. Era inútil. Aquella sensación y la imagen del rostro de aquel hombre que clavaba los ojos en su boca, la inquietaba aún más que el malestar que le provocan los restos de la comida bailando en su estómago.

Aún podía sentir aquella mano, de dedos largos y delgados abriéndose camino entre el abrigo y el jersey, alcanzando la piel de su cintura. Y antes, el dorso de aquella misma mano, acariciando su mejilla, muy cerca de sus labios. Sintió otra vez el pánico que la inundó horas antes y que la obligó a salir huyendo del pub. Recordó cómo había separado su cuerpo de aquella mano con un movimiento brusco, a la vez que le gritó a su marido que se largaba de allí. Perplejo sin saber que pasaba cogió su chaqueta y salió tras ella. El mando a distancia abrió el coche y llorando de impotencia golpeo su frente contra el volante. Entre sollozos, explicó a su marido lo que la pareja de la amiga de ambos se había atrevido a hacer. Los hechos se repetían una y otra vez en su mente sin lograr saber por qué pasó aquello. Decidió que no se lo contaría a su amiga.

miércoles, 17 de abril de 2019

La opinión de los amigos

Los amigos

Hace algún tiempo, no demasiado, un par de amigos -hombres- extrañados de mi afición a cocinar, tejer y a coser, me dijeron que una mujer como yo, no debiera entretenerme en esas cosas, que debía desarrollar el potencial creativo que tenía fotografiando y escribiendo; y expresar mis pensamientos a través de ello. Pero que no perdiera el tiempo cocinando y cosiendo. Quedé en silencio en las dos ocasiones pensando que entenderían ellos por "tipo de mujer" y supuestamente cual sería la descripción en la que me etiquetan.


Los dos amigos entre ellos no se conocen. Los dos proceden de regiones diferentes y la diferencia de edad es notoria, diez años de diferencia: el amigo A, cumplirá sesenta y cuatro años en agosto, mientras que el amigo B, a primeros de año cumplió cincuenta y cuatro. Los dos tienen aficiones diferentes pero hay un denominador común que es ampliar el conocimiento de las cosas. Los dos viven ambientes culturales de forma habitual, pero muy diferentes entre sí. Los dos están politizados pero con diferente ideología aun con ciertos conceptos comunes. Los dos son de izquierdas.. Tal vez el entorno de mis amigos no tenga absolutamente nada que ver con la opinión que ambos dieron de mis recientes entretenimientos, o quizás sea esa actividad desenfrenada que llevan y la vida social de su entorno haya sido clave. No lo sé, pero la coincidencia de opiniones me ha hecho reflexionar. Estos dos personajes presumen de conocerme, aún si conocerme. ¿Nos conocemos realmente los amigos? Atendiendo a los significados de la RAE, la respuesta es sí. No me enredare en conjeturas filosóficas. Lo dejo para otra ocasión. Pero creo necesario decir que nunca conoces realmente a una persona.
Lo que mis amigos no saben es que en todas las actividades que llevo a cabo predomina la creatividad. Probablemente no se pararon a reflexionar sobre lo que implica cocinar, coser, tejer, bordar, fotografiar, diseñar, escribir. Todas son aficiones que fueron creciendo en mi interior como una parte más de mi misma, y todas tienen un denominador común: la capacidad para combinar.
Al margen de esto, cabe recalcar que todos damos una imagen sesgada de lo que somos y de lo que hacemos.

Cocinar

Para que una comida esté buena tienes que conocer bien los ingredientes y capacidad para combinarlos de forma que sus sabores se complementen. Debes saber adecuar la elección de los aderezos con el ingrediente principal, saber cómo freír, guisar, asar, rebozar, cocer… ¿Cuántas tortillas de patata habéis comido en vuestra vida? ¿A que ninguna supo igual a la anterior? En mi cocina nunca repito un plato. Puedo hacerlo parecido pero jamás te sabrá igual porque me encanta crear mezclando sabores y texturas. Salvo raras excepciones, platos muy concretos en los que sigo alguna receta al pie de la letra, gramo a gramo y paso a paso y aún así siempre hay algo que no está igual que la última vez, el tipo de agua, la temperatura del aceite, o la acidez de la cebolla. La cocina es arte para combinar los elementos y crear un plato atrayente.

Coser


Nunca fui muy de aguja y dedal. Lo del patronaje me pareció siempre muy matemático. Lo intenté de más joven, pero la exactitud de medidas, las escuadras y cartabones para calcular los patrones, me desanimó por completo. Sin embargo hace unos años, conocí el patchwork y aunque, según en qué técnica, también hay que ser exactos, descubrí que hay otras modalidades en las que vas uniendo telas a lo loco de forma más divertida y nada aburrida. En el crazy patchwork se van combinando las telas de colores, estampados, tejidos diferentes y puntadas distintas. En hacer esta combinación radica el arte de la labor. Tiene que quedar bien combinada de manera creativa.
Tejer o bordar requiere saber el punto más adecuado al motivo que quieres crear. Es más monótono y enseguida me aburre. Por eso que no intento proyectos que puedan llevarme mucho tiempo.

Fotografiar

Desde la incorporación de las cámaras en los teléfonos móviles, fotografío cualquier cosas en cualquier lugar. Evidentemente prefiero una buena cámara con los objetivos adecuados para cada trabajo. No sé cómo definir mi estilo, supongo que no lo sé porque carezco de un estilo propio de hacer fotografía. Tampoco me interesa. Como la pintura, en la fotografía se trata de plasmar lo que sientes, lo que te gusta o como lo ves las cosas. Hace tiempo que deje de hacer fotos para tener recuerdos.

Leer

Leo de todo. Desde el catálogo de Ikea hasta un libro de ensayo. Es otra de las ventajas de tener un smartphone, leer infinidad de artículos de cualquier medio de comunicación y poder aprovechar cualquier momento para avanzar la lectura del libro que te has comprado en la red. Internet ha proporcionado un gran avance a los lectores. Mi último descubrimiento fue el fondo digital de las bibliotecas públicas. Puedes encontrar casi de todo. Pero también tengo una modesta biblioteca en papel que se va ampliando con mis escarceos en mis librerías favoritas. Siempre he sido una enamorada de los libros, probablemente porque crecí entre ellos, rebuscando en los títulos que mi madre fue acumulando toda la vida.

Escribir

De pequeña quería ser periodista o peluquera como mi madrina. Por cosas de la vida no fui ni lo uno ni lo otro, pero nunca dejé de escribir. He logrado ver publicados algunos artículos en prensa escrita. No he escrito un libro porque existen demasiados autores que llenan los expositores y por el mero hecho de publicar no me atrae. Mis redes sociales o mi blog sirven de plataforma para aquel amigo que desee saber cómo escribo. Escribo cualquier cosa que pase por mi mente; una opinión, un relato, un artículo sobre un tema determinado, una observación, una crítica… boli y papel y comienzo a escribir a veces hasta tienen sentido.

Diseñar

No soy diseñadora. Dispongo los elementos que necesito de forma estética, intentando crear un sentimiento que puede ser de comodidad, cuando diseño un entorno físico; de interés o informativo, si hago un cartel. Simplemente juego a colocar las cosas o las imagénes.


Aprendí que todo es posible si lo intentas y lo que ya has intentado siempre se puede mejorar. Me he alejado de los estereotipos ancestrales, de lo que se esperaba de mí como mujer. Probablemente porque nadie me obligó a que prevaleciera el sexo sobre la persona. Voy haciendo lo que me gusta a medida que lo descubro.
Así pues, queridos amigos A y B, no se trata de hacer ciertas cosas, sino en cómo haces esas cosas, cómo se valoran y lo que representan.

jueves, 28 de febrero de 2019

Y tú ¿qué lees?


Doscientas ochenta y nueve de seiscientas cuarenta y cinco páginas. Fue al principio de verano cuando lo dejé. Por alguna razón me harté de leer el libro más vendido del 2018. Lo dejé encima del estante, amontonado entre otros abandonados acabados y abandonados inacabados. 
En algún momento pasado leí mucho más que ahora. Ahora hay más cosas por hacer que en otras épocas de mi vida. Quizás los más jóvenes no lo entenderán. Sí, hubo un tiempo en el que leer durante horas seguidas para terminar un libro de seiscientas páginas era lo más común. Y es que no había redes sociales. Tampoco había teléfonos móviles. Y las llamadas del teléfono fijo había que pagarlas. No existía la televisión por cable. Sólo había dos canales de televisión. ¡Qué tiempos aquellos! Lo sencillo que era memorizar la programación televisiva e incluso hasta la de las emisoras de radio. Cualquier excusa vale para justificarnos. 
A quien le gusta leer, lee hasta la letra pequeña que viene al final de la página web. Y es que dicen que ahora no se lee. No se lee ¿el qué? ¿Libros? Tengo la costumbre de meterme allá donde los hay; librerías, librerías virtuales, librerias de amigos, cafés librería, bibliotecas, sección de librería de grandes almacenes, kioscos, papelerías, tiendas de aeropuerto, grupos de Facebook, hasta un mueble con libros en el hall del centro de salud llama mi atención. Ayer, sin ir más lejos, me encontré, a mi misma, frente a los estantes de los más vendidos. Estaba en un supermercado de una gran superficie. No tenía prisa ni tampoco carro con congelados ni otros perecederos. Di un par de vueltas entre repisas y mesas abarrotadas de libros y me pregunté ¿cómo puede ser posible que esta industria se mantenga con la cantidad de nombres desconocidos que ocupan las portadas?. No buscaba nada en concreto. Intentaba que alguno de aquellos volúmenes me atrajera. Que Minerva ordenara a Cupido lanzar una flecha y me atrajera irremediablemente uno de aquellos libros, para que rápidamente sacara mi visa y me fuera corriendo a la caja. Pero no sucedió nada. Seguí observando las modas que hay estos días, dentro de lo más vendido, en aquella gran superficie comercial, en donde la lectura ocupaba un rincón de la entrada. Y me dí cuenta que en la sección de novedades de ficción todos narraban historias dentro de una franja histórica. Casualmente la misma o cercana. Y en otra mesa contigua estaban las novedades de no ficción: biografías de personajes que viven y coletean en las pantallas de televisión. Entre volúmenes de autoayuda o cómo cocinar no sé què cosa después o antes del pintarrajear los mil mandalas sin que te salgas de la raya. No ví clásicos, ni ensayo, ni tampoco poesía. Sin duda, no era aquel, el lugar más adecuado para que se iniciara una seducción literaria. Lo tenía claro cuando me pare frente al “Manual de resistencia”. Lo que no tenía tan claro es quien lee la inmensidad de autores desconocidos que no están tocados por los mágicos dedos del marketing editorial. Y si sumamos las publicaciones que se difunden por la red, esas que ahora se llaman de autoedición. ¿De cuantos autores estaríamos hablando? 
Pensé en mis amigos cuando, la otra noche, decían que leían poco o que sólo leían ensayo alegando que la lectura de las novelas había sido sustituida por el cine o la tele o que les gustaría tener más tiempo para leer. Reflexioné si realmente es culpa de las redes sociales, las series, el cine o la televisión. Si debemos leer las revistas literarias o llenar la agenda con presentaciones de libros para hacer una criba. 
Continuo con la página doscientos noventa después de disfrutar con la lectura de unos cuantos libros de autores menos conocidos que no permitieron que su obra reposara seis meses en un estante. Siempre hay tiempo para la lectura. Lo difícil es encontrar la lectura que cumpla nuestras expectativas.

Sheila Lumen

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