domingo, 2 de diciembre de 2018

Historia inacabada (I)




Y de repente en su mundo sólo existió el momento. Los labios entreabiertos dejaron que las lenguas se acariciaran con la ternura del deseo, a la vez que entrelazaban sus dedos. No hubo palabras. Hubo miradas. La fiesta continuaba para los demás, que de reojo miraban a aquella extraña pareja. 

Despertó y no supo si aquel sabor dulce que aún permanecía en su boca era real o el resultado de un sueño. Se sentía extraño. Unas nebulosas de confusiones giraban en su mente. Miró el reloj y aún no era medianoche. No recordaba cómo llegó a su casa, sí que recordaba que después de clase se había quedado a tomar unas cervezas con los compañeros, vagamente recordaba un gin-tonic en la barra del bar. 

Permaneció con la mirada fija en el techo. Una lámpara antigua en bronce de cinco brazos que terminaban en bombillas con forma de vela, colgaba del techo. Le recordó la lámpara antigua de su niñez en la casa de su madre. Apenas se atrevió a parpadear. Su respiración apurada y entrecortada por los años de fumador empedernido y las ráfagas de imágenes de aquella tarde que poco a poco llegaban a su retina. 

El calor en la habitación era extenuante y la sábana pegada al cuerpo sudoroso le daba más calor. Era un invierno extraño, afuera, un calor seco qué no se recordaba en los últimos años, las rosas, el hibisco, la buganvilla y el resto de plantas del jardín florecían en el mes de diciembre. 

A lo lejos oyó el sonido perezoso de un cencerro acompañado del infinito mugir de alguna vaca que pastaba frente a aquella habitación de hotel. 

Se levantó y abrió la contraventana de madera de castaño tallada con geometrías celtas. La ventana de una sola hoja, era del tamaño justo para ver el paisaje. Con un acto reflejo cerró los ojos cegado por el sol radiante del mediodía. Frunció el ceño. En unos instantes pudo disfrutar del verdor del valle y de las agrestes montañas que amenazaban con sus picos plateados cómo espadas alzadas al cielo azul. Hacia el lado opuesto, un verde con estelas blancas, donde se vislumbraban puntos de colores chillones. Olía a mar. 

Bostezó a la vez que elevaba sus brazos como si quisiera alabar al paisaje sembrado de tejados de pizarra negra y barcos de pecadores que se mostraba ante él. 

—¡Tendría que haberla avisado! — se dijo a si mismo camino del baño. Abrió el grifo de la ducha. Se miró al enorme espejo que ocupaba la pared enfrentada al lavabo encastrado en mármol blanco con vetas grises. El gran espejo se reflejaba en otro no tan grande colgado sobre la parte superior del lavabo. Las combinaciones de espejos hacían un reflejo infinito de su cuerpo. Evitó mirarse. La ducha caliente intentó apaciguar su estado. Aquella erección interminable con la que había despertado se mantenía entre el agua y el jabón qué resbalaba por su piel. El recuerdo borroso de aquella tarde y el deseo insatisfecho aumentaba la excitación. Abrió el grifo de agua fría a la vez que cerraba el caliente. La ducha regaba desde la cabeza a los pies; el agua se deslizaba surcando cada uno de sus pliegues formando diminutos riachuelos. Enjabonó su cuerpo lentamente, con un suave masaje sin dejar ningún rincón de su cuerpo libre de espuma. Dejó la esponja, y el agua enjabonada cayó hasta escaparse por el sumidero bajo sus pies. 

—Esto tiene que acabarse, no puedo seguir así— susurraba mientras la piel se le erizaba del frío y su miembro se escondía. Abrió la mampara y salió de la ducha. Cogió la toalla, secó su cuerpo lentamente como si de un ritual se tratase. 

El teléfono sonaba insistentemente. Dudaba si contestar. Sospechó quien podía llamarlo de forma tan insistente a aquellas horas. Su cargo en el partido, no le permitía ignorar una llamada. 

—¿Sí? diga...— Se encontró nuevamente con su imagen reflejada en el espejo que cubría toda la pared, avergonzado por su peso rehusó el reflejo de su imagen una vez más. No le gustaba su cuerpo. Vivía acomplejado, aunque trataba de disimular con ropa floja y ese aire despreocupado de bohemio que a menudo tenía que abandonar para cumplir con los actos oficiales que su cargo requería. —Por favor, esto que me planteas es inviable. Estoy a más de mil kilómetros y no podré resolver la situación. Dile al jefe que nombre a alguien en mi lugar— Pulsó la tecla roja cortando la llamada y después desconectó el móvil. Necesitaba pensar y sabía qué no le dejarían. Volvió a encontrarse en el espejo. 

Busco en el armario la ropa adecuada para aquel día extraño. Se vistió y salió a explorar los alrededores. Afuera comenzaba a nevar. 





Una y otra vez, insistentemente, las olas acariciaban las rocas de la orilla; las cubría suavemente, impregnándolas con una fina capa de sal. Brillaban como agradeciendo el frescor con que eran saciadas. Hipnotizada por el baile acompasado, sus ojos no se apartaban de la orilla de la playa. Como las olas repicaban en sus oídos, sus pensamientos resonaban en su cabeza. No era molesto. Quizás un poco perturbador. ¿Era el presagio de lo inevitable? El murmullo de la gente apenas era audible. Ella también tenía necesidad de ser saciada con la suavidad de la pasión qué el deseo desata. Con la fragilidad de la primera vez. Con la curiosidad de quien abre un regalo. Tenía miedo al dolor, al sufrimiento, a la decepción, a la perdida de una amistad. Sabía que como amigos su relación no tendría fin.

domingo, 25 de noviembre de 2018

A propósito de la vida de las mujeres

El 24 de octubre, Carmen Alborch, se fue dejando tras de sí, la historia y la obra de una mujer con una trayectoria diferente a los ejemplos que teníamos las mujeres de los años noventa, y que por aquel entonces comenzábamos a sumergirnos en política militando activamente en el "partido", en el "sindicato" y en el recién creado Consejo de la Juventud. 


Recuerdo que tanto ella, como Cristina Almeida, fueron mis referentes como prototipo de mujer que se habían hecho un gran hueco entre tanto hombre que  presumiendo de progre, aún arrastraban pensamientos y maneras de la España oscura. Sin olvidar a Dolores ya muerta y que no sé por qué la veía como la abuela que no conocí, luchadora e incansable, con voz de mando.

Rememoro aquellas tardes, largas en debates, en que otras mujeres mucho más cercanas a mí, plantaban cara a la política de los herederos de los que habían perdido una guerra y por supuesto a los vencidos que, por aquellos días, permanecían al acecho de cualquier desliz de la democracia.  Mujeres que fueron capaces de estar en la creación de partidos, recomponer sus propias ideas con el devenir de los días, e irse a otros partidos y coaliciones o permanecer inmóviles a sus pensamientos en el origen de los tiempos de cambio. Que fueron criticadas y tal vez apartadas. No sé bien si por ser mujer o por ser capaz de renovar sus propios pensamientos pensamientos, tal vez por ambas cosas. Y en esta tormenta de recuerdos aparecen las que se jugaban sus puestos de trabajo peleando por unas condiciones más dignas e incluso al propio derecho de ser mujer, madre y trabajadora a la vez. 
Muchos nombres de mujer: Cristina, Ana, Clement, María José, Sara, Lourdes, Pili, Mariena y tantos otros nombres que la lista se haría interminable. De cualquier forma todas ellas; las que se quedaron, las que cambiaron o las que nunca estuvieron aún estando; a todas ellas, y por supuesto a mi madre que caminó siempre adelante, debo ser la mujer que hoy soy.

Y diréis por qué comienzo hablando de Carmen Alborch y llegó hasta mi madre; pues porque desde mi estantería, el libro que hoy me ha llamado pidiéndome que abriera sus páginas es "Solas" escrito por Carmen Alborch en 1999. Y en la página al azar, por la que lo he abierto, habla de nuestros recursos y capacidades y de la confianza que debemos tener en nosotras mismas para fortalecernos y hacernos más poderosas después de haber caído en una crisis psicológica por haber interiorizado nuestros fracasos...

Tras  una serie de circunstancias sobrevenidas por el simple hecho de estar viva y viviendo, me he sentido fracasada, perdiendo la capacidad de soñar y las ganas de pelear.  Son días de recuperar la fantasía, de quitarle miedo a la realidad y ponerle color a la vida. Porque también nos enseña a poner el freno de mano y aparcar nuestra mente durante un tiempo para poder plantearnos el resto del camino. 

Quiero desde aquí enviar el recuerdo a todas las mujeres de mi vida. Las mujeres de mi propia familia que conocí y las que no pero que conocí su historia. Las mujeres de las que tuve ocasión de aprender escuchándolas atentamente en sus intervenciones, las que tuve ocasión de compartir momentos de la historia y de nuestra propia  historia.  A todas ellas doy las  gracias por haber pasado por mi vida dejando un  trocito de ellas en mí.

Os recomiendo la lectura de "Solas" 
Una obra audaz y diferente que rompe estereotipos y que concluye que vivir sola no es estar sola. Desde su vivencia, pero sin olvidar que formamos parte de una cultura y de una historia particular, nos habla de los profundos cambios que han sufrido las mujeres educadas para ser, sobre todo, esposas y madres.




martes, 9 de octubre de 2018

El café



Las ramas golpeaban la pared. La gente corría hacia los soportales de la plaza. Una avalancha de gente, de cabezas mojadas, llenó de golpe la cafetería. Su cuerpo se estremecía. No era el rugir de la tormenta ni el frío que la acompañaba. Su mirada, inquieta, iba de la taza del café con leche a la puerta del local. Pasaban cuarenta minutos de la hora acordada de la primera cita.
Arrecia  la lluvia y los turistas abandonaron el refugio temporal. Las tazas vacías sembraban las mesas de madera decapada en azul pastel. La chica de cara redonda y piel blanca, con su delantal blanco,  ordenaba las sillas tapizadas con dibujos de mariposas blancas, a la vez que colocaba desordenada mente vasos y platos en una bandeja de metal. Apagada por el chocar de la loza que salía y entraba del lavavajillas, apenas se percibían las notas del saxo que sonaban por los altavoces disimulados tras las macetas de pothos que colgaban  descaradas del techo pintado con angelotes trompeteros.
En una esquina una pareja veinteañera, conversaba en alemán sobre lo que harían el resto de la tarde. Con la piel quemada por el sol y  cogidos de la mano, acababan las frases con efímeros besos, apenas humedecido por los labios.
Su mano de dedos infinitos, removía impaciente el café con leche ya frío por la espera, a la vez que consultaba su móvil. Sus ojos miraron hacia los veinteañeros enamorados y exhalando un suspiro recordó aquellos años de adolescente en la esquina del patio del instituto. Aquellos días de aventuras y besos robados. El tintineo de las campanillas  volvió a desviar la atención hacia la entrada del local


Se llamaba Pere Andreu según dice la documentación que se encontró en su cartera.  Murió en el acto, aplastado por la carga de un camión que patinó al pisar los frenos en la avenida. La lluvia torrencial impidió al conductor verle con antelación por el retrovisor. No tenemos datos de familiares. La policía abrirá una investigación y el cadàver permanecerá en el depósito hasta que reconozcan el cadàver.

Había pasado más de una hora sin ningún mensaje en el móvil. Contenía las lágrimas. Todo parecía indicar que la cita con el nuevo amigo virtual deparaba, por fin, una relación seria. Otra vez se equivocó. Pidió la cuenta y se fue por el bulevar mojado de la lluvia de aquella tarde de octubre. A lo lejos un tumulto de gente y luces de sirenas. Policía y ambulancias; gente arremolinada; el tráfico parado. Cruzó el bulevar evitando el barullo. Y se  metió por un callejón estrecho que le llevaba a su casa.

lunes, 1 de octubre de 2018

El tiempo no borra todo

Una vida al lado de una persona y apenas sabes nada de ella.

Cada mañana al mirarse en el espejo, no piensa en lo que la vida le ha dado. No importa recordar lo que le sucedió durante medio siglo de existencia. Las neuronas lo almacenan. Lo utilizan como ingrediente para moldear el carácter. Hay bueno y malo, como todo en esta vida.

No podrá contar historias ni a sus hijos, ni a sus nietos. Quizás alguna anécdota a alguno de sus sobrinos. Jamás sabrá el verdadero origen de su existencia. Creyó que no importaba. Se confundió.

Como una descarga, aparece algún recuerdo. No siempre agradable.

Recordaba aquella escuela con pupitres de madera oscura y gastada por los años. Un aula grande en donde todos estaban juntos; mayores y pequeños. Un profesora arrugada que hablaba sin parar. Una imagen vaga que se mezcla con una merienda en un patio. Bocadillo de nocilla o pan con mantequilla. Una cuesta para subir a la casa. Un matrimonio y un hijo.

Los nombres llegaron después del pensamiento, después del recuerdo que la madre contó poco antes de morir. Tina y Pedro no dejaron verla. Cuando no había línea de teléfono en las casas, ellos dieron orden a la telefonista del pueblo que no pasara sus llamadas. ¡No están en casa!

Trabajaba la madre para darles todo cuanto podía. En agradecimiento por cuidar a la hija, por tenerla en su casa les llevaba comida, regalos y dinero. Hasta que se dió cuenta que la maldad existe hasta en el corazón de las aparentes buenas personas. Tenían un hijo pero les faltaba una hija.

El amor de la madre arrancó a su hija de aquella familia. Se fueron lejos y jamás volvieron a saber de ellos. Silenció la historia que como tantas otras la fue comiendo por dentro. Una tarde, antes de morir, la contó a su yerno. La memoria de la hija sólo recordaba una cuesta, un aula y un bocadillo de nocilla.

domingo, 17 de junio de 2018

A salvo durante 45 días

Parece como si este país ya hubiese cumplido con la humanidad por recibir un barco con 630 "pasajeros", "extranjeros", "migrantes", "exiliados"... Seiscientas treinta personas rescatadas de una muerte segura, en un mar rodeado de países que miran sus ombligos dejando que los peces inflen sus estómagos con la crueldad con que sólo el ser humano es capaz de tratar al propio ser humano.
Foto: ÓSCAR CORRAL
Las redes sociales se llenan de posts de todo tipo. Como siempre hay críticas para todos los  gustos y por supuesto para las dos Españas: la del gallo rojo y la del gallo negro. Critican el despliegue de medios humanos y el gasto que supone. También  hubo más de seiscientos periodistas para cubrir una noticia que sin dejar de ser noticia, no lo debiera de ser. 
Cada día hay quien intenta huir de su realidad. Cada día miles de personas son perseguidas en el mundo por su condición, su religión, sus ideales, o simplemente porque ni tan siquiera tienen un vaso de agua que llevarse a la boca para paliar la sed. Y mientras los encorbatados mandatarios juegan a ser dioses ante la pantalla de su particular "Age of Empires".
El Gobierno español se comprometió, en el mes de diciembre, con la OTAN, a incrementar en más de un 80% su actual gasto militar en los próximos siete años, hasta rondar los 18.000 millones de euros. ¿Alguien se ha parado a calcular el total del  presupuesto militar que España ha tenido desde 1978? ¿Y desde que se terminó la guerra civil? Y cuando me refiero a presupuesto militar, me refiero a lo destinado a la defensa del país y no a lo destinado a las misiones de paz, ni al gasto en personal y mantenimiento de las instalaciones militares de un ejercito que a mi entender no hace demasiada falta si en verdad quisiéramos vivir en paz...
También podríamos hacer números con los presupuestos destinados a las diferentes entidades religiosas, entre los que destaca los casi 250 millones de euros destinados a la Iglesia Católica. Así como subvenciones a entidades que ni se saben que existen...
Foto: Javier Bauluz
El dinero hace bailar al perro, dice el refrán popular,  y más cuando se trata del dinero de los contribuyentes. Pero en ningún programa electoral he oído que estas partidas económicas se destinen exclusivamente a la ayuda humanitaria y se suspendan otros destinos. El negocio está bien organizado y es imposible que ningún país se salga del juego. Las exigencias del guión dice que hay que dejar que los tiburones se alimenten con el dolor humano. 
Sólo queda el  consuelo de que hay otra cara de la moneda. La cara de los que se van a ayudar a quien lo necesita, dejando atrás una vida de confort y moral hipócrita. Los que se van a misiones de paz, los que se van a curar las enfermedades de quienes no tiene con que curarse, los que captan la realidad con sus cámaras, para intentar crear conciencia en quien no la tiene, los que se van a enseñar a leer y a escribir.  Y tantos otros de los que ni tan siquiera sabemos de su existencia humanitaria ni de sus nombres, ni tan siquiera de si son respaldados por alguna organización.
630 personas ha llegado a un país civilizado y avanzado, con unas leyes que dicen que si no las cumplen, en 45 días les quitarán el caramelo que hoy les han dado. Les comenzarán a pedir los requisitos de un país que de momento está cruzando todos los datos de los rescatados con la interpol. Les exigen requisitos en una lengua que no entienden. Un país en dónde conseguir un contrato de trabajo en regla y por larga duración es muy difícil, por no decir imposible, para "extranjeros", "migrantes" o "exiliados" sin visa platino o chequera en el bolsillo.
La España de charanga y pandereta, cerrado y sacristía, devota de Frascuelo y de María, de espíritu burlón y de alma quieta, celebrará la victoria de México frente Alemania y que buenos son los que han llegado que ya hemos hecho la obra de caridad del año.
Lo de hoy, no se debe quedar en hoy. Las leyes deben ser cambiadas y las oportunidades para paliar el sufrimiento de los que dejan todo en busca de "Vida" deben de estar aseguradas y no sólo por cuarenta y cinco días. 



martes, 5 de junio de 2018

De Inca a Punta Ballena, pasando por Andrea Doria

Los curas ya tienen garantías de prestación de servicios para el Servei de Salut o al menos eso es lo que se deduce al ver a la presidenta poner la primera piedra del futuro hospital de crónicos de Inca....menos mal que no tienen ánimo de lucro... los curas digo...
Vamos a mirarlo por el lado positivo: creación de empleo y reducción de listas de espera....ahh ¿y si no hay suficientes médicos en Baleares? y además, con los que el simebal dice que se han ido ¿cómo lo van a hacer?¿De dónde se van a sacar a los profesionales para cubrir los puestos de empleo? Ahh claro que pa unas cosas será privado y pa otras concertado... y el clero habla en latín.
En Baleares se necesitan sociosanitarios. Eso está más claro que el agua. Y si no que se lo pregunten a los miles de familiares que esperan por una cama en una residencia. De ahí el proyecto de Son Dureta, del que por cierto hace mucho que no se habla en prensa. Ni una grúa ni una saca de escombros se ve... vaya que no hay movimiento de currantes por los alrededores. Puede ser que aún busquen arquitecto. Con esto de la falta de profesionales en la isla.
Ironías a parte un centro que albergue camas para pacientes geriátricos, consultas de rehabilitación y descongestionar la atención primaria de la zona, además de otras "ocurrencias" es imprescindible, al menos, para esta isla. Los hospitales y centros de salud se han quedado pequeños por mucho tabique de pladur que pongan y muchos centros de salud parecen anteriores al tren de Sóller
Lo que no acabo de ver muy claro es eso de que un hospital privado y del clero entre en los planes estratégicos de un gobierno de izquierdas ... a no ser que los números canten y salga mas barato financiar a largo plazo con convenios que construir y gestionar....
Pero insisto ¿de dónde van a salir los profesionales? ¿Aumentará el número de solicitudes de compatibilidad? 
Y luego el alcalde de Calviá pide un hospital para Ponent....Por pedir que no quede... 
Con un poco de suerte algún magnate recrea un parque temático del Doctor House y se restan las urgencias al 061 de Punta Ballena.

lunes, 4 de junio de 2018

La cucharilla de café


Se apagó el sol anaranjado, se hundió en el mar tras el cabo. Se encendieron luces blancas en la montaña. Nadie tiene prisa en las calles.

Tras los ventanales del café, un anciano de sombrero de ala ancha, toma café. Apoya su cara en la mano de dedos largos y blanquecinos mientras habla con su familia. A su izquierda una mujer, entrada en años, con rojo carmín en sus labios; conversa tranquilamente sin apartar la atención de una niña pequeña que juega con la cucharilla de café.

La mirada perdida del anciano. Seguramente evocando recuerdos de otros tiempos. Retorna la mirada sobre el joven que a su derecha no deja de hablarle. El ancianos asiente.

Fuera es casi de noche.

Una pareja toma unas cervezas sin hablarse. Los dedos, inquietos, sobre el teclado de sus móviles. Ni tan siquiera se miran. La luz de la pantalla ilumina tímidamente sus caras. No son tan jóvenes. De tanto en tanto cogen la copa para tomar un trago.

El anciano con sombrero de ala ancha, camina hacia la salida. Delante va la niña. Ya no juega con la cucharilla.

Bebo el último sorbo. Me levanto y camino hacia el coche. La luz del móvil también ilumina mi cara.

jueves, 31 de mayo de 2018

Entre sueños



Foto: Natalia Valdés
Ni pensar. ¿Para qué?. Todo pierde interés cuando te das cuenta de que ni la verdad, ni la mentira existen. De que todo depende del momento en que se vive y de la circunstancia que lo envuelve. Que el corazón está envuelto en música con letras de un amor imaginado. Qué las personas sólo se mueven por sus egos y desatan pasiones que disfrazan intenciones. Que la libertad no existe y somos esclavos del pensamiento ajeno. Que importa más un que dirán que un te amo. Qué somos útiles mientras ofrecemos. Qué nada importa si no permanecemos. Que la soledad es la mejor compañía entre la jauría. Qué el miedo es el mejor grillete para no equivocarse. Callarse la mejor opción para no oír reproches. Qué el dolor sólo importa al que le duele. Qué busco la oscuridad de mi habitación para acallar ésta canción. Es tan triste que prefiero seguir escuchando mi lamento antes que callar el deseo para siempre.
Quiero dormir y no puedo entre los gritos de tantos pensamientos. Acurrucarme en los brazos de un ser supremo que me proteja de tanta mierda. Qué me dé el cariño que no tengo. Las caricias que deseo. Y me susurra los versos de aquellos poetas muertos con los que sueño. Volver a nacer para dejar de ser.

miércoles, 30 de mayo de 2018

El tren que se aleja


2018 y el AVE (Alta Velocidad España) se expande por todo el país desde hace décadas. Como una alimaña va arrasando kilómetros de caminos y montañas sin importar propietarios, pastos o ganados, casas, ríos o carreteras... Dicen que es la red más extensa de Europa.  Su sombra es alargada y rápida como una estela de miles de millones de euros alimentados por una red eléctrica gobernada desde los fondos del ibex y alimentada por el erario público.
Puede alcanzar más de trescientos cincuenta kilómetros por hora y según dicen los estudios es un medio de locomoción menos contaminante. 

Ni los tentáculos de la red, ni la velocidad de crucero son son suficientemente rápidos para que avance como sería deseable.
Mientras continúan las obras por el Huerna y Lena para que Asturias y Madrid estén más cerca; el Entrego y Langreo se alejan mas de Oviedo y por ende del resto del mundo. La Unión Europea dicta normativas y los políticos acatan. La razón y el sentido común de los que deben garantizar el bienestar del ciudadano sólo han pensado en los euros que supondría garantizar un transporte público más eficaz y ecológico. Parece que la necesidad de los ciudadanos en una de las zonas más esquilmadas del centro de Asturias desde que la europeización invadió nuestras vidas con falsas promesas y bastante desolación, no es suficiente razón para mantener una línea de tren que une El Entrego con Oviedo pasando por sus diferentes estaciones y apeaderos.

Estación de Sama de Langreo. Foto: Natalia Valdés

La desaparición del tren de cercanías, por no invertir en el soterramiento de los pasos a nivel, conlleva la pérdida de la comunicación ferroviaria desde El Entrego hasta Oviedo. Amén de otras  muchas lineas ferroviarias de  todo el país que se encontrarán en situaciones similares. 
No parece importar mucho. Los autobuses se incrementarán y los vehículos particulares también. Aumentará el consumo de la gasolina y de las emanaciones de CO2. Los ciudadanos pagarán más en aparcamientos, combustibles , zona azul en las  ciudades y por  su  puesto en el mantenimiento de los vehículos.  Jóvenes y mayores sin  carnet de conducir usarán los autobuses privados con concesiones públicas y todos  tan contentos...

Probablemente los gurús de la Asturias verde ya habrán diseñado las campañas para difundir una nueva ruta cicloturista allí por  donde ahora están el ancho de vía mas  grande de Europa, que por supuesto incrementará las plazas hoteleras de la capital; mientras los descreídos de la desindustrialización soñarán con atrayentes negocios para paliar las necesidades del boom turístico que amenaza. Cómo amenazó con el museo de la minería...

La ciudadanía necesitas transporte públicos de calidad, rápido y sin  contaminantes. Los pueblos de la Asturias necesitan ferrocarriles y si se tiene que invertir en cumplir la normativa que dice que hay que eliminar los pasos a nivel pues que se invierta. Lo que no se  puede permitir es que el dinero se  vaya a otras partidas presupuestarias o se pierdan  por no priorizar o  por conformarse con las  alternativas del transporte por carretera. 

No se puede demandar un tren de alta velocidad y permitir la eliminación de los cercanías.



Otro día  hablaré de los turistas y el transporte en Asturias...




martes, 15 de mayo de 2018

Tormentas en soledad

Foto: Natalia Valdés


Después de la tormenta, el miedo a los truenos no se va.
Esperando una rosa que anuncie la primavera, una sonrisa que ilumine mi rostro, un beso que reconstituya mi alma.
Me quedo inmóvil sin querer ser presa de la ira.
¿Y si no puedo ser yo?. Si las palabras y los sentimientos se confunden. Si todo no es lo que es. Si lo que parece no existe. Si las palabras son más importantes que los hechos. Si se cuestiona lo que sale del corazón. Si la sinceridad es rabieta. Si el dolor es sentimiento. Si el amor no existe. Si la duda impera. Si la libertad no vive más allá del ahora. Si la amistad es una moneda de cambio. Si los silencios son tormentas. Si la mirada está programada. Si los amigos son propiedad privada. Si la intriga es una asignatura y el secreto una carrera. Si lo importante es lo más importante. Si las cosas tienen que ser a tu manera o a la mía o a la del otro... ¿Para qué somos?. Si yo no puedo ser yo, ¿quien tengo que ser?

domingo, 11 de marzo de 2018

El carrín de piedra



Y sin saber cómo, llega el recuerdo de aquellos días de primavera en que las tardes se alargaban con el flirteo de quien nos hacía tilín, al compás de las rumbas que sonaban entre las risas de los chicos y chicas divirtiéndose en los coches de choque.  No habíamos cumplido los dieciséis. Sabíamos todas las letras de las canciones. Canciones de nuestras vidas, de nuestros sentimientos. Besos robados en un oscuro callejón de un polígono, una mano aventurera en la oscura sala del cine, una fiesta improvisada en la casa de unos padres que no están. Aquellas patatas bravas en el mesón, el vino de misa, la cerveza y el cubata en la discoteca.
Lunes a clase, bajo la escrutadora mirada de la hermana Irene. Llegábamos cabizbajas, con la mirada perdida en los recuerdos y el deseo de que a la una, en el kiosco de piedra estuviera el amor del momento, sus amigos y los padres que desconfiados alertaban de que no éramos un buen ejemplo para el resto de las chicas de colegio de pago..
A las tres, la hermana superiora, observaba las compañías con las que llegábamos. Revisaba el largo de nuestra falda, nos obligaba a subir las medias y desenrollar el talle de la falda. Ya no hacíamos filas. Éramos las mayores. A las cinco nos esperaban en el kiosco de piedra.

lunes, 5 de marzo de 2018

Independencia femenina

Y despertó, tomó un vaso de leche con galletas, se lavo los dientes y la cara. Se vistió. Guardo sus cosas en el bolso y comprobó que todos los accesorios de la cámara estuvieran en la mochila. Se puso la cazadora, cogió todo sin olvidarse del trípode y cerrando la puerta de la casa se fue hacia el coche. Programó el GPS. Sabía el camino y no creía que se perdiera si fallara el Google Maps. No solía hacer distancias largas. Conducir sola más de cien kilómetros era uno de aquellos retos que se había propuesto. Puso la radio y emprendió el viaje. Era fácil. Una hora por autopista. Se sentía bien. Estaba siendo la mujer que hacía muchos años dejó de ser.

viernes, 2 de marzo de 2018

Tempus fugit




El tiempo continúa su camino hacia el infinito, retrocedo a un pasado anclado en recuerdos que no importan nada.
Fue muy de mañana. Quizás no tanto. Hacía sol. Giramos la rotonda en el nuevo Peugeot de segunda mano, en aquel día de invierno. No sé si la fuente tenía agua. Sé que no pensé que no volvería a vivir allí. No volvería desayunar en el bar de siempre. Ni tampoco pensé en el café sin avisar en casa de mi amiga . Miraba hacia delante. No sé si ilusionada o fingía felicidad por ir rumbo a lo desconocido alejándome de quienes me habían herido.
foto: ©nvaldés
Todo era incierto. Sin trabajo seguro, sin casa y con unos pocos ahorros en el banco que apenas durarían un par de meses.
No hubo tristes despedidas, tampoco vi lágrimas. Quizás todos estuvieran demasiado acostumbrados a verme marchar.
Era el invierno del 98 y en los siete últimos años entre viajes a cursos, contratos de trabajo fuera, viajes de placer y fines de semana que se alargaba semanas en la casa del pueblo, había perdido bastante el contacto con amigos y conocidos. Hacía cuatro años que me había casado y eso había influido para que mi vida, la de siempre hubiera sufrido los cambios habituales. Lo pienso ahora que reflexiono. Antes sólo vivía sin analizar el cómo, el por qué y el para qué.
Llegué a Mallorca y pensaba en todos. Escribía cartas que nunca o casi nunca me contestaron. Llegó la decepción y también el olvido. Pasó un año hasta que mi vida en la isla comenzó a construirse
Mi mundo había cambiado. Se hizo evidente cuando nadie me paraba por la calle. A las pequeñas cosas de cada día se les decía de forma distinta. Descubrí que allí se hablaba en otra lengua. Los días de niebla y lluvia se convirtieron en espléndidas tardes de cielo azul y paseo por la playa.
Intenté transmitir y compartir todo aquello con todos los que hasta entonces les había hecho partícipes de mis sentimientos. Apenas tuve respuestas. O las respuestas no fueron las que yo esperaba. Me había ido. Tenía otra vida y ellos seguían con la suya, la misma a la que yo había renunciado. No les interesaba saber la realidad del cambio, ni tampoco descubrir que aunque para mi ellos seguían siendo mis amigos, yo estaba ante una sociedad de costumbres y cultura diferente a la que me tendría que adaptar.
Pronto decidí renunciar a las llamadas y a las cartas. Una o dos veces por año regresaba a visitar a la familia y salía un par de noches en busca de caras conocidas. Todo era igual, pero yo era diferente.


domingo, 7 de enero de 2018

Un día menos para mi muerte.


foto: @nvaldés  2017

Es el lento camino de la existencia, el que desespera mi ansia de emociones. Postrada en la desilusión de un campo marchito, en dónde el viento se llevó los últimos pétalos de la pasión. Atrás queda el encanto coloreado de la alegría desbordada, fruto de la inocencia de juventud. De repente veo que mi rostro refleja la historia de quien, dando tumbos, conoció los obstáculos de un sendero enfangado que lleva al hoy. Cruzando ríos de lágrimas, escalando los retos de la fragilidad, luchando contra la absurda timidez que anuda mi garganta y enmudece mis labios. Mis sueños dormitan entre el absurdo desvarío de quien ya no tiene veinte años y la utopía del viajero buscando el paraíso.


Sheila Lumen

Eran las ocho menos diez minutos cuando pedimos dos Riberas del Duero a la camarera que atendía la barra del bar. Una muchacha se acercó a...