viernes, 25 de octubre de 2019

Sheila Lumen

Eran las ocho menos diez minutos cuando pedimos dos Riberas del Duero a la camarera que atendía la barra del bar. Una muchacha se acercó a por dos botellines de agua y dos vasos. Algunos clientes charlaban animadamente. Otros, deambulaban entre las estanterías en busca de algún autor, o tal vez, sólo curioseaban. Una veintena de sillas vacías, miraban al ventanal que daba a la calle bulliciosa. La chica rubia y delgada colocaba los botellines de agua y los vasos sobre la mesa de mármol blanco. 
Las ocho y cinco. Las ocho y diez. Ya no había vino en nuestras copas.
Leía un relato en el móvil antes de dar el último sorbo de vino cuando oí la voz del librero. Las mesas al lado de la barra del bar estaban vacías y un par de personas rebuscan entre los libros que había en los rincones más recónditos de la librería.   

A punto de irnos, el joven que nos cobró el libro “Elogio a la anarquía, por dos excéntricos chinos del siglo III” se acercó con la chica rubia y delgada que había llevado los dos botellines de agua con los dos vasos a la mesita redonda de mármol blanco que estaba al lado del ventanal y enfrente de las sillas metálicas negras.
-Dijisteis que no conocéis a la autora, os presento a Sheila- 
La voz de Sheila era suave y dulce. Éramos los únicos clientes que esperaban a la autora desconocida de la story on the road “Delirios de una zurda y otras reflexiones”. Charlamos durante unos minutos antes de ocupar las sillas frente al ventanal. A la presentación del libro de Sheila se unió un chico de estatura media, rubio con gafas, apenas tendría treinta años y otro moreno con gorra y cesta de mimbre. Sheila nació un año después de las Olimpiadas de Barcelona y de la Expo de Sevilla. Es zurda, le gusta pensar y vivir cada instante. Nos cuenta como Homero y Selena se conocen y emprenden un viaje filosófico de cuatrocientos kilómetros. De Elche a Madrid, Selena explica a Homero el por qué se intenta adiestrar a los zurdos. 
Algunas risas y muchas reflexiones de lo que es la vida. Preguntas y respuestas. El chico de gafas, el moreno con cesta de mimbre, Homero, Selena, Sheila y nosotros conversamos acerca de lo zurdo, de lo diestro y de la efímera existencia.
Sheila compartió sus poemas, su tiempo y su número de teléfono. Los ocupantes de las sillas vacías se perdieron la presentación de un libro que promete ser tan excepcional como su joven autora.

miércoles, 29 de mayo de 2019

La importancia de lo que dejamos de tener

Hace unos días escribí en el Facebook que estaba harta de la otitis y sus pitidos. Un amigo me dijo que me cambiaba la infección de oídos por su hipoacusia neurosensorial con acúfenos. Desde entonces he reflexionado sobre ello y sobre los comentarios que hacemos en las redes sociales.


Desde hace un par de semanas, la infección en los dos oídos no me ha permitido poder escuchar, desde los vídeos de YouTube hasta los sonidos más habituales que en el día a día no ponemos atención en ellos. Las conversaciones se hacían complicadas y el ¿qué dices? se convirtió en una especie de mantra repetido una y otra vez. No respondía al tratamiento y por mi cabeza empezaron a pasar cosas... esas que oyes a lo largo de tu vida y de las que conoces algún caso. ¿Y si no pasase la infección y perdiera audición? -Cuando me pongo dramática no hay quien me gane- entre risas la respuesta habitual es "pa lo que hay que oír" o "ya no tendrás que hacerte la sorda". Las personas somos crueles con el mal de los demás, no pensamos el daño que puede hacer. El chiste fácil se convierte en burla y la burla en una herida difícil de curar.
Con todo esto y la respuesta de mi amigo que tuve en el facebook, le fui dando vueltas al coco. Qué fácil nos resulta hacer bromas cuando es a los demás los que sufren una "minus-valia" o una "in-validez", o una "dis-capacidad". ¡Que palabras más feas! ¿No os parece? ¿Realmente hay que poner etiquetas?. Para clasificar a las personas según su grado de producción en la sociedad está claro que el Estado siempre las ha puesto.

Estoy segura que la adaptación de las personas que sufren estas situaciones, que de la noche a la mañana se ven imposibilitados para llevar la misma vida que llevaban, tanto laboral como personal, es un calvario. A nivel laboral ya se sabe que las empresas y el sistema no anda con mucho miramiento y en cuanto pueden te dice que no eres apto para trabajar. Entonces es cuando comienza un sin fin de papeleos, reclamaciones, peritajes, denuncias y juicios. Esto en el caso de que el trabajador o la trabajadora estén asesorados.
Pero ¿en la vida personal? Para alguien que tuvo una audición sin ningún tipo de problemas, el quedarse sin escuchar y sin poder oír de repente, es un verdadero drama. Al menos para mi lo sería.


En estos días no pude oír el canto de los pájaros. El aire meciendo las ramas. La lluvia cayendo en el tejadillo. Para una persona que disfruta de vivir en el campo, estas tres cosas tan simples tienen más importancia que la meramente bucólica. Los sonidos de la naturaleza nos dan continuamente señales. Si hace buen tiempo, si amenaza lluvia, la cantidad de agua que cae, si debemos preocuparnos por el temporal o si ya es hora de despertar por el trino de los pájaros, o si ya es noche cerrada porque uluan los búhos. Los ladridos de los perros me avisaban de extraños que se acercaban a usmear, o de la llegada de la familia. Los ladridos son diferentes. Pero también dentro de la casa es importante oír. Al cocinar. El ruido que hace la tapa de la olla al comenzar a hervir el agua, el sonido que hace el aceite al calentarse, las burbujas del gas al abrir un refresco. Dejas de escuchar los pasos de quien se acerca. Te sientes inseguro. No puedes ponerte en alerta. Las conversaciones desaparecen. La gente se cansa de elevar el tono de voz y yo me canso de decir ¿Qué? Pero también dentro de la casa es importante oír. Al cocinar. El ruido que hace la tapa de la olla al comenzar a hervir el agua, el sonido que hace el aceite al calentarse, las burbujas del gas al abrir un refresco. Dejas de escuchar los pasos de quien se acerca. Te sientes inseguro. No puedes ponerte en alerta.Te sientes fuera de todo. Te conviertes en el gran observador. El mundo deja de contar contigo pero tu sigues en el mundo haciendo esfuerzos en oír.


Hace dos días volví al otorrino. La infección persistía en ambos oídos. Me aumentó la medicación y ayer me sentí feliz cuando escuche el trino de los pájaros. Pero sigo reflexionando sobre la falta de sensibilidad, la falta de adaptación del entorno. Recordé cuando en un viaje a París, mi rodilla estaba tocada. Subir y bajar escaleras me producía un gran dolor y en ninguna de las entradas y salidas de metro había ascensor.

Los ciudadanos no somos del todo conscientes de las barreras que hay en las ciudades para las personas discapacitadas (Falta o limitación de alguna facultad física o mental que imposibilita o dificulta el desarrollo normal de la actividad de una persona) bien sea de una  forma temporal o definitiva. Tenemos que  vernos en situaciones complicadas para darnos cuenta de ello.




lunes, 27 de mayo de 2019

Sobre los resultados de las elecciones



Una vez dije que no escribiría de política en mi blog, pero los que me conoceis sabeis que la política siempre me ha atraído y quedarme callada tras dos procesos electorales como los de abril y mayo, sería como amordazarme yo misma. Que el triunfalismo de los abanderados haya dado caballo ganador al sanchismo y echarse al sol del verano de la legislatura que viene, es como la cigarra con la panza llena que canta mientras la hormiga negra que no roja, se va pertrechando silenciosamente de fanáticos seguidores.

España no ha dejado de votar a la corrupción. El lazarillo continúa grabado a fuego en el adn de los españolitos de charanga y pandereta. Las tres caras de la derecha sólo han hecho que la foto de familia saliera movida mientras que algún patriarca se fue a por tabaco y no ha vuelto todavía. Mientras gurús y chamanes de la izquierda deciden a quién sacrificar sin hacer acto de contricción.

Ha quedado al aire y fragmentado el encofrado de la izquierda morada que aprisionaba el movimiento de la centenaria rosa roja fraternal florecida a la espalda de la Puerta del Sol y frente al Ministerio de la Gobernación allá por el año 1879. La rosa vuelve a florecer y habrá que cuidarse de las espinas. La experiencia de los siglos de pensamiento y organización son la clave de de ese savoir fair que moviliza hasta al más desencantado. Por contra los acólitos fugados de la organización morada se han consagrado a la búsqueda del vellocino de oro sin atender los asuntos del pueblo que reclamaba su presencia. Y al final de la lucha contra los gigantes, los sanchopanzas le dijeron al caballero de la esbelta figura de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro que no era cuestión de personas sino de trabajo. Porque no sólo era cuestión de sanear y dedicarse a ver como crecían las magdalenas en el horno, sino que había que seguir amasando juntos porque los madrileños necesitaban más. 

He de suponer que en sus profundos momentos de reflexión, los votantes, decidieron que ante un disfraz de socialdemocracía amoratada, prefirieron la solciademocracia sin aditivos o el neoliberalismo en estado puro, a falta de una igualdad utópica. Y que los indepes siguen siendo indepes por muy en cárcel preventiva que estén. 

La ciudadanía de izquierdas puede parecer despistada o entretenida con la salsa rosa que le distrae de la realidad de no llegar a final de mes, de la continua subida de la luz, los alquileres y de los pimientos. Ya ni para pescado dan los salarios que aunque subidos a bote pronto por la insistencia de la permanencia de un pacto y la presión de los sindicatos afines a la añeja izquierda, no son lo suficientemente cuantiosos como para olvidarse de los damnificados de las regulaciones de empleo y la reforma laboral aún sin derogar o los aprisionados de una ley mordaza más propia de los tiempos de la inauguración de pantanos en blanco y negro. Cansados de historias de Mortadelos y Filemones han buscado soluciones a todo lo que les quita el sueño viendo que mientras unos juegan a la silla otros van trabajando en reuniones que con diálogos encuentran soluciones que no apaños con los más difíciles contrincantes que como el tío Gilito sólo miran por su dinero.

Es al currante, al autónomo de la pequeña y mediana empresa, al funcionario mileurista, al parado, al estudiante, al agricultor, al ganadero, al pescador, al minero... son estos a los que hay que escuchar porque a los otros les da igual el profugüismo derechil porque saben que esten donde esten seguirán, los de derechas continuarán defendiendo que la contribución con sus ganancias sea exigua para poder crecer un patrimonio con el que pagar el impuesto de sucesión, con las manos agrietadas de horas trabajando por salarios indignos de sol a sol. Porque estos son los que aplauden la exportación de la mano de obra y la supremacía del pensamiento único enarbolado de rojo y gualda mientras reniegan la ayuda a los que tras jugarse la vida por un sueño, les sacan la producción de un campo cada vez más estéril acosado por los plaguicidas y una estrábica unión europea empobrece cada día más al sur para enriquecer al norte.

Las teorías conspirativas no dejan de ser interesantes pero los votantes preferimos políticas productivas que nos saquen de este desasosiego y podamos lograr la Tierra prometida del bienestar social en el que llegar a final de mes no sea un sueño y el paro quede relegado al ostracismo.


 

domingo, 19 de mayo de 2019

L'alcordanza d'ella



Caminaba adulces ente les carbes. Abasnando la pena, la soledá y el vacíu. La compañía de l'alcordanza d'ella y de les llárimes que de tantu en cuando esnidiaben pola mexella. 


Inda nun yera branu, empezaben a floriar el pumares. Pero ella yá nun tomaría sidra enxamás. 


Bermiego - Asturies



Caminaba despacio entre los matorrales. Arrastraba la pena, la soledad y el vacío. La compañía del recuerdo de ella y de las lágrimas que de tanto en cuando resbalaban por la mejilla. 

Todavía no era verano, empezaban a florecer el manzanos. Pero ella ya no tomaría sidra jamás.

lunes, 13 de mayo de 2019

Periplo al marasmo

Foto de Natalia Valdés



No importa que mires el calendario.
Observa los edificios y el color del mar al atardecer. 
El agua se turbia con olor a bronceado.
Los panales de hormigón chirrían y tiemblan. 
El marasmo está por llegar.
Las medusas navegan jugando con la espuma para llegar transparentes e inertes a la orilla. 
Suena la alarma y ondea la bandera roja. 
Los peregrinos tuestan sus carnes y riegan su gaznate hasta ser reos de una dipsomanía estival. 
Suena una sirena.
Otros han logrado regresar.
En el invierno insípido y vacío no hay medusas, se han ido a otro mar.

domingo, 12 de mayo de 2019

Cambios que hay que cambiar

Después de muchos años, el mes pasado me decidí a cambiar el formato de este blog. La opción elegida me parecía la adecuada, dando mucha importancia a la fotografía inicial de cada entrada. Me equivoqué. Ese formato no facilitaba la lectura. Hacer clic en la imagen y esperar a que se abriera el texto era un rollo.
Vamos a probar que tal os va con este nuevo formato que aunque muy sencillo, os permite leer y ver las imágenes de las entradas al mismo tiempo, además podéis suscribiros al blog o poneros en contacto conmigo mediante los formularios de la columna de la derecha. Así que ya sabéis a contarme qué os parecen el blog, los textos y las fotos.😉 


jueves, 9 de mayo de 2019

De Sant Elm a S'Arracó



Parece que fue ayer cuando extendí un mapa de carreteras en la mesa del comedor, para calcular la distancia entre la playa de Palma y Sant Elm. Hacía pocos meses que tenía el carnet de conducir. Y sólo hacía un año que vivía en la isla. Llevaba bastantes kilómetros andados por las carreteras de Mallorca, pero casi siempre la misma ruta. Me asusté un poco al ver el mapa. Sí o sí, tenían que recorrer los más de cuarenta y cinco kilómetros de distancia y cruzar lo parecía dos puertos de montaña con un montón de curvas pronunciadas. Había quedado con unos amigos que tenían su barco fondeado en la costa de Sant Elm y aquel domingo nadie me podía acompañar.
Salí temprano. Tenía claro que novata y con tráfico, no era una buena combinación si no quería escuchar insultos y bocinazos. En la isla se conduce lento, pero mi falta de experiencia por aquel entonces y en situaciones difíciles me llevaba a límites exagerados. Recuerdo que hasta llegar a Andratx todo fue bien y a buena velocidad. Las calles estrechas del pueblo comenzaron  a dificultar la excursión. A aquellas horas no había muchos coches circulando. Atravesar el pueblo fue rápido. Después comencé a ascender por una carretera estrecha y con bastantes curvas. Ahora sé, aunque no haya ningún cartel que lo indique que aquel pequeño puerto de montaña se le llama el "Coll de S'Arracó". La cosa se complicaba pero no tanto como me había imaginado. Apenas me fijaba en el paisaje. Llegué a un pueblo muy pintoresco en el que no vi a nadie por la calle. Aquel conjunto de casas a ambos lados de la carretera era S’Arracó. No me quedé con el nombre en la memoria. Fue años después cuando recordé que había pasado por allí. Aún quedaba un  rato para llegar a ver el mar y más curvas.  Por fin llegué a Sant Elm. Miré el reloj y no había tardado tanto como me había figurado. Recuerdo  que  todos los bares y tiendas estaban cerrados. Era demasiado temprano para llamar a mis amigos.  Decidí dar un paseo y recorrer el pueblo. Atravesé las callejuelas que desembocaban en una calle ancha al borde del mar. A la izquierda los bares y restaurantes se sucedían uno tras otro. Todos estaban cerrados. Seguí caminando hasta la playa de arena blanca. No era demasiado grande. Las hamacas y las sombrillas estaban alineadas perpendicularmente a la orilla. No ocupaban demasiado espacio pero sí el suficiente para dar servicio al hotel que había al lado. El mar estaba tranquilo y se podía ver el fondo de algas, rocas y arena. Veleros, lläuds y yates fondeados, se balanceaban por el ir y venir de las olas. Todo en absoluto silencio. Seguí caminando cuesta arriba y después cuesta abajo. Cada pocos metros me paraba a mirar el paisaje. Sant Elm me parecía un pueblo de postal. Tenía algo que le daba un encanto especial. Mis pasos me llevaron al final de la calle. En algún lugar vi que la cala de roca se llamaba cala Els Conills. Fue años después cuando descubrí uno de los mejores restaurantes de la isla. Para llegar a él tenías que seguir un camino estrecho que salía a la derecha de la cala de roca y que solamente llevaba al restaurante que tomaba el nombre de la cala.

Comencé a toparme con gente. Algunos ya llevaban la barra de pan debajo del brazo y caminaban ojeando la prensa. Volví sobre mis pasos hasta una cafetería abierta, frente a la playa. Los tenderos sacaban los expositores con ropa playera, alpargatas y colchones inflables.  Me senté y pedí un café. Sant Elm recobraba el ritmo y los turistas iban ocupando las hamacas en la arena, mientras que arrancaban los negocios.  Con el bullicio de la gente  supuse que ya era una hora razonable para llamar a mis amigos. Pasó un  buen rato hasta que me recogieran con la zodiac para regresar al “Peregrino”, un velero de ocho metros y con dos camarotes, además de la sala central en donde cenamos.  Aquella primera vez que estaba a bordo de un velero no salimos a navegar.  Tomamos el sol y nos bañamos al lado del “Pantaleu”, un islote en medio de la bahía.  Disfruté tan intensamente de aquel día que veinte años después soy capaz de recordar los detalles.
Años después, la vida me regaló la oportunidad de vivir en este rincón de la isla al lado de un “raconer”, así dicen a los que son nacidos en S'Arracó, disfrutar de las playas y los montes; recorrer sus caminos; conocer a sus gentes; vivir sus fiestas, aprender sus costumbres.
La carretera se ha hecho más ancha y las curvas ya no son tan curvas. Descubrí que en Sant Elm hay más de una playa. Que en su playa Grande cada verano se pelean moros y cristianos. Que la puesta de sol tras la Dragonera es un espectáculo en dónde la armónica de José Carlos te hace soñar. Que montaña arriba hubo un monasterio trapense desde dónde los monjes contemplaban la Dragonera y cultivaban las vides. Que la torre de Cala en Basset, es una torre de señales con fuego, construida en 1583 para avisar de la llegada de barcos enemigos a otros puntos de la costa.  Que desde S’Arracó llevan en procesión a la Virgen de la Trapa acompañada de vecinos que tocan la xirimia, el flabiol y el tamborino.
También fue en S’Arracó donde aprendí que en Navidad se comen sopes de Nadal y crespells en Pascua. Que con los albercocs  se hace un tipo de ensaimada y que la coca de trampó  no puede faltar en un picoteo con amigos.
No llegamos a doce mil los habitantes de todo el municipio de Andratx que aumenta con los veraneantes que tienen sus casa aquí; esparcidos entre los distintos núcleos: Andratx, Port d’ Andratx, sa Comas'ArracóSant Telm Camp de Mar. Cada rincón de cada pueblo tiene su nombre y cada lugareño su mote.  Las lenguas se mezclan, como se mezcla la gente.
En S’Arracó influyó la costumbres que los migrantes a Francia, trajeron en sus vacaciones. Hasta el punto que su calle principal es Carrer de França (calle de Francia). Y a la abuela se le llama “mamie” (pronunciado meme) 
S’Arracó tiene rincones secretos para el turista como Sa Font del Bosc o Els Tres Picons y que ahora comienzan a aparecer en las rutas de senderismo que recorren los “caminantes” en primavera.
El arte está muy presente en sus habitantes. Fue aquí en donde se organizó la primera “Nit de l’art” (noche del arte) de todo Mallorca. Pintores, escultores, fotógrafos y músicos, llenan cada julio, las calles con sus trabajos en un ambiente de fiesta en dónde no resulta extraño ver puestos de venta de comida para sacar fondos para cualquiera de las organizaciones culturales que tiene el pueblo. Se escuchan los grupos de música tocando tanto música folclórica como moderna e incluso en algún callejón hay sitio para el jazz. Y los tres bares del pueblo rebosan de gentío que quiere ver los cuadros expuestos o tomarse una cerveza. También se convierte en galería de arte el Bohemio (restaurante argentino) y  la pescadería-ostrería, sin dejar de ofrecerte sus especialidades previa reserva. Ese día, media Mallorca está en las calles de S’Arracó. Importante llegar temprano para poder aparcar junto al campo de petanca. Ese día queda prohibido circular por el pueblo.
Y el resto del año la vida transcurre en un apacible ir y venir sin prisas. Sentados a la puerta de casa con alguna labor de punto mallorquín, en el huerto quitando las malas hierbas, cuidando los naranjos, las oliveras o recogiendo algarrobas. Las discusiones por el fútbol y las risas en el bar con los amigos.  Atrás queda ver a las "madonas" del pueblo haciendo cuerda. Y los sábados paseo por el marcado que se ha quedado pequeño; Regine vendiendo sus cuadros hechos con retales de tela; el frutero y el que asa los pollos. Me entristezco al ver que ya no quedan payeses vendiendo sus productos. Pero la gente se pasea y compra.

Y en septiembre vuelve a llenarse la plaza de gente. Llegan los que viven fuera para disfrutar de las fiestas. La música suena, el baile comienza y corros de niños juegan.
Por Sant Antoni nos vemos en la plaza para torrar. S’ Arracó llena la noche de olor a panceta, butifarrón y sobrasada asada con leña. En la plaza se junta todo el pueblo alrededor de bidones que hacen las veces de barbacoas. A quien se le olvida pasar por la carnicería, la organización pone a la venta la bandeja con la carne típica para que no te quedes con hambre.  Esta vez suena la ximbomba y la voz de los glosadors a la luz del fuego.


Sant Antoni i el Dimoni

jugaven a trenta-u,
el Dimoni va fer trenta
i Sant Antoni trenta-u.

Sa ximbomba ja no sona
ni sona ni sonarà,
perquè té sa pell de ca
i sa canya que no és bona.

Sant Antoni va per mar
tocant una campaneta,
i amb sa seva guitarreta
tots es peixos fa ballar.

Sant Antoni feia sopes,
a vorera de la mar
el dimoni hi va anar
i se les va menjar totes.

El dimoni Cucarell
va neixer en temps de magranes
sa mare en tenia ganes
de pegar-li pes clotell.

Sant Antoni gloriós,
de viana anomenat,
siau nostro advocat
de tot perill guardau-mos.



Set anys, nou mesos i dies
esclau del rei vaig estar
per aprendre de sonar
el grall de les xeremies.




martes, 23 de abril de 2019

Tiempo de cambio

Con la llegada del buen tiempo renovamos el blog para que la lectura sea más amable y puedas disfrutar de la imágen.
Comenzamos una nueva época de cambios en la que nuestra prioridad será mantener el blog activo con publicaciones periódicas. Queremos saber qué temas te interesan. Deseamos que participes en nuestro blog, dejando tus comentarios y compartiendo las entradas que más te han gustado, en tus redes sociales. 


                                                                                               Costa de Andratx. Mallorca. Foto de Natalia Valdés 

viernes, 19 de abril de 2019

El marido de su amiga

Cómo si se tratara de una avalancha de rocas, los trozos de carne caían en su estómago. Al cuarto bocado dejó el cuchillo y el tenedor a un lado del plato. Los pedazos de buey asado subían y bajaban por las paredes del estómago intentando volver al esofago provocaban aquellas nauseas con sabor a vino tinto rancio. Bebió el agua directamente de la botella intentando persuadir el vómito. Tiró la servilleta de tela sobre la mesa. Levantándose, rápidamente se fue al baño. Aquella sensación era muy desagradable. Las arcadas se sucedían una tras otra expulsando por la boca todo lo ingerido durante el día. Preocupado, el marido la siguió esperando al otro lado de la puerta.

Al fin pudo pasar del baño al salón. Se recostó en el sillón de cuero negro gastado por el roce de los años. Él le acercó una taza con una infusión de manzanilla a la vez que la acarició y le dió un beso. Se apartó sentándose en el sofá sin dejar de observarla. 

Sin levantar la mirada del interior de la taza, sintió el calor de la chimenea. Entre temblores, cerró los ojos y concentrada en su respiración intentó relajarse. Era inútil. Aquella sensación y la imagen del rostro de aquel hombre que clavaba los ojos en su boca, la inquietaba aún más que el malestar que le provocan los restos de la comida bailando en su estómago.

Aún podía sentir aquella mano, de dedos largos y delgados abriéndose camino entre el abrigo y el jersey, alcanzando la piel de su cintura. Y antes, el dorso de aquella misma mano, acariciando su mejilla, muy cerca de sus labios. Sintió otra vez el pánico que la inundó horas antes y que la obligó a salir huyendo del pub. Recordó cómo había separado su cuerpo de aquella mano con un movimiento brusco, a la vez que le gritó a su marido que se largaba de allí. Perplejo sin saber que pasaba cogió su chaqueta y salió tras ella. El mando a distancia abrió el coche y llorando de impotencia golpeo su frente contra el volante. Entre sollozos, explicó a su marido lo que la pareja de la amiga de ambos se había atrevido a hacer. Los hechos se repetían una y otra vez en su mente sin lograr saber por qué pasó aquello. Decidió que no se lo contaría a su amiga.

miércoles, 17 de abril de 2019

La opinión de los amigos

Los amigos

Hace algún tiempo, no demasiado, un par de amigos -hombres- extrañados de mi afición a cocinar, tejer y a coser, me dijeron que una mujer como yo, no debiera entretenerme en esas cosas, que debía desarrollar el potencial creativo que tenía fotografiando y escribiendo; y expresar mis pensamientos a través de ello. Pero que no perdiera el tiempo cocinando y cosiendo. Quedé en silencio en las dos ocasiones pensando que entenderían ellos por "tipo de mujer" y supuestamente cual sería la descripción en la que me etiquetan.


Los dos amigos entre ellos no se conocen. Los dos proceden de regiones diferentes y la diferencia de edad es notoria, diez años de diferencia: el amigo A, cumplirá sesenta y cuatro años en agosto, mientras que el amigo B, a primeros de año cumplió cincuenta y cuatro. Los dos tienen aficiones diferentes pero hay un denominador común que es ampliar el conocimiento de las cosas. Los dos viven ambientes culturales de forma habitual, pero muy diferentes entre sí. Los dos están politizados pero con diferente ideología aun con ciertos conceptos comunes. Los dos son de izquierdas.. Tal vez el entorno de mis amigos no tenga absolutamente nada que ver con la opinión que ambos dieron de mis recientes entretenimientos, o quizás sea esa actividad desenfrenada que llevan y la vida social de su entorno haya sido clave. No lo sé, pero la coincidencia de opiniones me ha hecho reflexionar. Estos dos personajes presumen de conocerme, aún si conocerme. ¿Nos conocemos realmente los amigos? Atendiendo a los significados de la RAE, la respuesta es sí. No me enredare en conjeturas filosóficas. Lo dejo para otra ocasión. Pero creo necesario decir que nunca conoces realmente a una persona.
Lo que mis amigos no saben es que en todas las actividades que llevo a cabo predomina la creatividad. Probablemente no se pararon a reflexionar sobre lo que implica cocinar, coser, tejer, bordar, fotografiar, diseñar, escribir. Todas son aficiones que fueron creciendo en mi interior como una parte más de mi misma, y todas tienen un denominador común: la capacidad para combinar.
Al margen de esto, cabe recalcar que todos damos una imagen sesgada de lo que somos y de lo que hacemos.

Cocinar

Para que una comida esté buena tienes que conocer bien los ingredientes y capacidad para combinarlos de forma que sus sabores se complementen. Debes saber adecuar la elección de los aderezos con el ingrediente principal, saber cómo freír, guisar, asar, rebozar, cocer… ¿Cuántas tortillas de patata habéis comido en vuestra vida? ¿A que ninguna supo igual a la anterior? En mi cocina nunca repito un plato. Puedo hacerlo parecido pero jamás te sabrá igual porque me encanta crear mezclando sabores y texturas. Salvo raras excepciones, platos muy concretos en los que sigo alguna receta al pie de la letra, gramo a gramo y paso a paso y aún así siempre hay algo que no está igual que la última vez, el tipo de agua, la temperatura del aceite, o la acidez de la cebolla. La cocina es arte para combinar los elementos y crear un plato atrayente.

Coser


Nunca fui muy de aguja y dedal. Lo del patronaje me pareció siempre muy matemático. Lo intenté de más joven, pero la exactitud de medidas, las escuadras y cartabones para calcular los patrones, me desanimó por completo. Sin embargo hace unos años, conocí el patchwork y aunque, según en qué técnica, también hay que ser exactos, descubrí que hay otras modalidades en las que vas uniendo telas a lo loco de forma más divertida y nada aburrida. En el crazy patchwork se van combinando las telas de colores, estampados, tejidos diferentes y puntadas distintas. En hacer esta combinación radica el arte de la labor. Tiene que quedar bien combinada de manera creativa.
Tejer o bordar requiere saber el punto más adecuado al motivo que quieres crear. Es más monótono y enseguida me aburre. Por eso que no intento proyectos que puedan llevarme mucho tiempo.

Fotografiar

Desde la incorporación de las cámaras en los teléfonos móviles, fotografío cualquier cosas en cualquier lugar. Evidentemente prefiero una buena cámara con los objetivos adecuados para cada trabajo. No sé cómo definir mi estilo, supongo que no lo sé porque carezco de un estilo propio de hacer fotografía. Tampoco me interesa. Como la pintura, en la fotografía se trata de plasmar lo que sientes, lo que te gusta o como lo ves las cosas. Hace tiempo que deje de hacer fotos para tener recuerdos.

Leer

Leo de todo. Desde el catálogo de Ikea hasta un libro de ensayo. Es otra de las ventajas de tener un smartphone, leer infinidad de artículos de cualquier medio de comunicación y poder aprovechar cualquier momento para avanzar la lectura del libro que te has comprado en la red. Internet ha proporcionado un gran avance a los lectores. Mi último descubrimiento fue el fondo digital de las bibliotecas públicas. Puedes encontrar casi de todo. Pero también tengo una modesta biblioteca en papel que se va ampliando con mis escarceos en mis librerías favoritas. Siempre he sido una enamorada de los libros, probablemente porque crecí entre ellos, rebuscando en los títulos que mi madre fue acumulando toda la vida.

Escribir

De pequeña quería ser periodista o peluquera como mi madrina. Por cosas de la vida no fui ni lo uno ni lo otro, pero nunca dejé de escribir. He logrado ver publicados algunos artículos en prensa escrita. No he escrito un libro porque existen demasiados autores que llenan los expositores y por el mero hecho de publicar no me atrae. Mis redes sociales o mi blog sirven de plataforma para aquel amigo que desee saber cómo escribo. Escribo cualquier cosa que pase por mi mente; una opinión, un relato, un artículo sobre un tema determinado, una observación, una crítica… boli y papel y comienzo a escribir a veces hasta tienen sentido.

Diseñar

No soy diseñadora. Dispongo los elementos que necesito de forma estética, intentando crear un sentimiento que puede ser de comodidad, cuando diseño un entorno físico; de interés o informativo, si hago un cartel. Simplemente juego a colocar las cosas o las imagénes.


Aprendí que todo es posible si lo intentas y lo que ya has intentado siempre se puede mejorar. Me he alejado de los estereotipos ancestrales, de lo que se esperaba de mí como mujer. Probablemente porque nadie me obligó a que prevaleciera el sexo sobre la persona. Voy haciendo lo que me gusta a medida que lo descubro.
Así pues, queridos amigos A y B, no se trata de hacer ciertas cosas, sino en cómo haces esas cosas, cómo se valoran y lo que representan.

jueves, 28 de febrero de 2019

Y tú ¿qué lees?


Doscientas ochenta y nueve de seiscientas cuarenta y cinco páginas. Fue al principio de verano cuando lo dejé. Por alguna razón me harté de leer el libro más vendido del 2018. Lo dejé encima del estante, amontonado entre otros abandonados acabados y abandonados inacabados. 
En algún momento pasado leí mucho más que ahora. Ahora hay más cosas por hacer que en otras épocas de mi vida. Quizás los más jóvenes no lo entenderán. Sí, hubo un tiempo en el que leer durante horas seguidas para terminar un libro de seiscientas páginas era lo más común. Y es que no había redes sociales. Tampoco había teléfonos móviles. Y las llamadas del teléfono fijo había que pagarlas. No existía la televisión por cable. Sólo había dos canales de televisión. ¡Qué tiempos aquellos! Lo sencillo que era memorizar la programación televisiva e incluso hasta la de las emisoras de radio. Cualquier excusa vale para justificarnos. 
A quien le gusta leer, lee hasta la letra pequeña que viene al final de la página web. Y es que dicen que ahora no se lee. No se lee ¿el qué? ¿Libros? Tengo la costumbre de meterme allá donde los hay; librerías, librerías virtuales, librerias de amigos, cafés librería, bibliotecas, sección de librería de grandes almacenes, kioscos, papelerías, tiendas de aeropuerto, grupos de Facebook, hasta un mueble con libros en el hall del centro de salud llama mi atención. Ayer, sin ir más lejos, me encontré, a mi misma, frente a los estantes de los más vendidos. Estaba en un supermercado de una gran superficie. No tenía prisa ni tampoco carro con congelados ni otros perecederos. Di un par de vueltas entre repisas y mesas abarrotadas de libros y me pregunté ¿cómo puede ser posible que esta industria se mantenga con la cantidad de nombres desconocidos que ocupan las portadas?. No buscaba nada en concreto. Intentaba que alguno de aquellos volúmenes me atrajera. Que Minerva ordenara a Cupido lanzar una flecha y me atrajera irremediablemente uno de aquellos libros, para que rápidamente sacara mi visa y me fuera corriendo a la caja. Pero no sucedió nada. Seguí observando las modas que hay estos días, dentro de lo más vendido, en aquella gran superficie comercial, en donde la lectura ocupaba un rincón de la entrada. Y me dí cuenta que en la sección de novedades de ficción todos narraban historias dentro de una franja histórica. Casualmente la misma o cercana. Y en otra mesa contigua estaban las novedades de no ficción: biografías de personajes que viven y coletean en las pantallas de televisión. Entre volúmenes de autoayuda o cómo cocinar no sé què cosa después o antes del pintarrajear los mil mandalas sin que te salgas de la raya. No ví clásicos, ni ensayo, ni tampoco poesía. Sin duda, no era aquel, el lugar más adecuado para que se iniciara una seducción literaria. Lo tenía claro cuando me pare frente al “Manual de resistencia”. Lo que no tenía tan claro es quien lee la inmensidad de autores desconocidos que no están tocados por los mágicos dedos del marketing editorial. Y si sumamos las publicaciones que se difunden por la red, esas que ahora se llaman de autoedición. ¿De cuantos autores estaríamos hablando? 
Pensé en mis amigos cuando, la otra noche, decían que leían poco o que sólo leían ensayo alegando que la lectura de las novelas había sido sustituida por el cine o la tele o que les gustaría tener más tiempo para leer. Reflexioné si realmente es culpa de las redes sociales, las series, el cine o la televisión. Si debemos leer las revistas literarias o llenar la agenda con presentaciones de libros para hacer una criba. 
Continuo con la página doscientos noventa después de disfrutar con la lectura de unos cuantos libros de autores menos conocidos que no permitieron que su obra reposara seis meses en un estante. Siempre hay tiempo para la lectura. Lo difícil es encontrar la lectura que cumpla nuestras expectativas.

sábado, 23 de febrero de 2019

Contigo ensin ti. / Amb tu sense tu.


Balera d'idees. Ausente de ti.
Recuerdo aquel día frente a la mar.
Tremecía la to voz.
Los tos deos afalagábenme. Yera branu.
Llegó l'iviernu. Xeláronse los tos besos.
Ensorden les alcordances. Nun s'acabó'l mio  amor.


Buida d'idees. Absent de tu.
Recordo aquell dia enfront de la mar.
Tremolava la teva veu.
Els teus dits m'acariciaven. Era estiu.
Va arribar l'hivern. Es van gelar els teus petons.
Ensordeixen els records. No es va acabar el meu amor.


domingo, 10 de febrero de 2019

¿Y si quedamos para vernos?

El tiempo pasa y aún no se ha inventado la forma de repetir lo vivido. Acumulo contactos en la agenda del móvil olvidados en la memoria virtual y el deseo efímero de quedar a tomar un café, conversar o comer. El tiempo pasa y pierdo la memoria de quién era, dónde lo conocí o por que tengo su número de teléfono. Zygmunt Bauman lo llamó la modernidad líquida. No importa el nombre que los pensadores dan a lo que antes era duradero, religión, empleo y relaciones, todo pasa a ser efímero. Importa no pararme a pensar en cuántos cafés he dejado de tomar por no quedar para hablar de nuestras cosas.
Puedo recordar el nick de las cuentas de mis ciberamigos. El móvil me recuerda las fechas de los cumpleaños. Me excuso en que regalar es un invento del marketing de los grandes almacenes. Olvidé ser generosa con los demás. Pospuse encuentros para evitar dar respuestas. Deje de contestar llamadas y no volví a escribir cartas. Todo parece justificado si permanezco en las redes sociales o envías un mensaje al móvil con cualquier tipo de meme, y si no hay un like entonces pienso que ya no me siguen o ya no soy de interés. Vivo teledirigida por un puñado de algoritmos informáticos. Entorno a un pensamiento que no es el mío. Repienso mi pasado y me doy cuenta de que soy quien no quiero ser. Me mimeticé con un entorno que corrompió las costumbres que me inculcaron. Presumo de tener un carácter fuerte mientras asumo hábitos ajenos que sólo me llevan a una realidad insatisfecha que me aísla dentro de mi caparazón para llegar a la incomunicación. ¿Dejé de preocuparme cómo se sentían los demás porque los demás no se preocupaban como me sentía yo?  ¿Dejé de telefonear porque mi teléfono dejó de sonar? ¿Se acabaron las comidas con amigos en casa porque no eran devueltas? ¿Olvidé obsequiar con regalos en cumpleaños, santos, Navidad porque se olvidaron de regalarme a mi? ¿Dejé de quejarme porque no quería que los demás me contaran sus quejas? ¿Vivimos rápido y no tenemos tiempo para ese "sobreesfuerzo social"?. Lo más sencillo fue culpar a los demás para justificarme. ¡Y me quedé tan ancha como si la verdad fuera así! ¿En dónde se quedó la generosidad? 
Mi mente hizo clic y le dijo a mi cuerpo que era el momento de parar, desconectar, descansar, reflexionar y corregir todo eso que forma parte de mi forma de vivir.  Criticar a los demás resulta sencillo porque a fin de cuentas no es más que una crítica y la mayoría de las veces ni tan siquiera valoramos la repercusión que puede tener en el ánimo de esa persona. Pero mirarme en el espejo y detenerme a un análisis exhaustivo de mi misma es duro. He pasado sin mirar atrás, empujada por el viento y las tempestades y olvidando cómo cuidarme de ellas. Y llego a la conclusión de que postergando esos momentos sólo logré silencios y ausencias, amores diluidos, heridas sin cicatriz, resquemores de culpas, tiempos vacíos...  Ya no quiero ser. Quiero estar. ¡Vamos a quedar ya!

lunes, 21 de enero de 2019

Segunda oportunidad

Imagen de Pinterest
¿Cuántos recipientes tienes en tu casa que no usas? Tazas viejas que te regalaron, una cajita de latón que compraste cuando quisiste probar aquel té rojo y que nunca más rellenaste, los frascos de mermelada que  guardas en la despensa por si un día te atreves con  el membrillo, la tetera de hierro fundido que se quedó oxidada, el camión del sobrino con el que no juega o el cucharón que te prestaron en aquella cena para servir la sopa de marisco y que nunca más devolviste... A infinidad de utensilios decorativos que estamos cansado de tener en el fondo de los armarios podemos darles una segunda oportunidad.
Primero fue un tablero en mi cuenta de Pinterest. Navegando por la red social, me encontré numerosas fotos de macetas que no eran macetas y que quedaba muy chulo y original. Comencé a coleccionar imágenes que me sirvieron para tener ideas. Así fue como se crearon diferentes tableros relacionados con el reciclaje para maceteros, uso de palets o con neumaticos.
La crisis y la insistencia mediática del reciclaje y la ecología  coincidieron con el comienzo de mi vida campestre. Obsesionada con plantar flores que dieran colorido al terreno marrón, no acababa de ver las típicas macetas en medio del campo; y sembrar las gazanias y las margaritas así, sin más, en el suelo, tampoco me acababa de convencer. Necesitaba algo que delimitara una especie de parterre o jardinera así que me atreví a utilizar los neumáticos viejos... así a lo bruto, sin pintar ni nada. La idea no era mía, la estaba copiando de una foto en dónde habían pintado de colores las gomas y sembrado unas bonitas flores en medio del cesped. Tanto colorido me parecía un poco hortera y me recordaba a las macetas de plástico de colores de mi infancia, así que entre una cosa y otra, no estaban los tiempos para gastar en botes de pintura, ni perder el tiempo en pintar algo que no sabía si acabarían en el punto verde o iban a perdurar lo que llevan en mi jardín, coloqué las llantas, las rellene de tierra y sembré unos bulbos: ¡siete años con flores!. Otro día miré la cesta de la fruta que se comenzaba a oxidarse. Había sido cara y recuerdo haberla comprado en una tienda de decoración algo de Palma. Me daba pena tirarla. A veces soy un poco Diógenes y guardo las cosas que sé que jamás volveré a emplear. Así que me dije que quedaría bonita con una planta. Pero al ser de alambre, la  tierra

no se mantendría, así que la forre con fibra de coco y transplanté una cinta que había por casa a la cual le salían las raíces. La cesta continúa colgada de la rama de un almendro en mi jardín. También utilicé una fuente de barro rajada a modo de plato de maceta o unos palets como sofá para el porche. En el campo intento usar cosas recicladas, así el desgaste de estar a la intemperie no se nota tanto y  queda bonito. 

Esta mañana recordé las latas de té que comenzaban a oxidarse  y que guardé en el patio de casa En la última limpieza me dió pena tirarlas. No son antiguas pero son bonitas. Aprovechando unas ramas que tenía echando raíces en un vaso, pensé en hacer unas macetas para dar un poco de verdor a la aburrida librería. Así que sin pensarlo dos veces, rellene las latas de tierra y planté las ramitas de cinta, también aproveché un tarro de cristal de esos de yogurt para que mi preferida no se oxidara del todo y poder recuperarla para cualquier otra cosa. Metida en transplantes, me dí cuenta que los bulbos que había comprado el sábado, también necesitaban un cambio pero las latas eran demasiado pequeñas, así que busqué en el armario un bol del tamaño adecuado para trasplantar la maceta y sí encontré uno heredado de mi madre que me pareció adecuado para que crecieran los jacintos. 
Consumimos más de lo necesario y nos dejamos llevar por los escaparates tan bonitos que ponen en las tiendas de decoración. Lo mismo pasa con la ropa o con los muebles. No esperamos a que se rompa dándoles "tuneos". Por pereza o por falta de imaginación, tiramos trastos que podríamos pintar, decorar o cambiar de aspecto en poco rato. Reciclar es divertido y entretiene. En internet hay millones de ideas para cambiar de aspecto cualquier cosa que tengas en casa.  Anímate y comparte tus proyectos. Sentirás satisfacción del cambio.

sábado, 19 de enero de 2019

Un sábado en Mallorca

El invierno es, sin duda, la mejor de las estaciones del año para pasear por Mallorca. La isla luce en estas fechas un verde desconocido por aquellos que la han visitado en verano, salpicado del  blanco de los almendros en flor. Hace frío para bañarse, pero se puede disfrutar de las mañanas soleadas, paseando por cualquiera de las sendas costeras o de interior. Las terrazas de los bares, en los pueblos de interior, invitan a sentarse disfrutando del devenir de la vida isleña. 
Para los que vivimos aquí, es el tiempo de disfrutar de la isla, sin la saturación que el turismo provoca en los meses estivales. La circulación es fluida y los trayectos se hacen amenos. Puede que te encuentres lugares desolados por la ausencia de veraneantes, pero sin duda el paisaje merece la pena disfrutar de este otro tipo de escena isleña.

Hacía algunos años que no visitaba la zona por la que hoy hemos paseado, una de mis preferidas. 
Faro de la Colonia de Sant Jordi
Desde Montuïri, en la comarca de la Pla de Mallorca y fundado como pueblo real en año el 1300 según la Carta de Poblament del rey Jaime II de Mallorca; pusimos rumbo a la Colonia de Sant Jordi. Viviendo en el interior de la isla, se añora el olor a Mediterráneo y el azul del mar. Hoy queríamos disfrutar del mar. En el sureste de Mallorca, la Colonia de Sant Jordi, era un pequeño pueblo pesquero tradicional, hoy es una localidad vacacional que aún guarda el sabor del turismo de los que vivimos en la isla. Situado casi en la punta más al sur de la isla, en el municipio de Ses Salines, los antiguos romanos lo valoraban por su producción de sal. Tiene algunas de las playas más emblemáticas de la isla, como son Es Trenc (aunque perteneciente a Campos), Es Dolç y Es Carbó, extensas, con fina arena, aguas cristalinas y azules.


Antes de llegar a la Colonia de Sant Jordi, nos acercamos a las Salines d´Es Trenc. Siempre me había llamado la atención las inmensas montañas blancas que se ven desde la carretera y curiosamente nunca me había acercado. Metiéndonos por la carretera que lleva a la empresa que se dedica a la comercialización de este mineral, pudimos contemplar de cerca los embalses que configuran este salobrar y que gracias a su declaración de Área Natural de Especial Interés paisajístico y rural, estas salinas gozan de protección por su indudable valor natural, sobre todo ornitológico, ya que numerosas especies migratorias encuentran en esta agua nutrientes para reponerse de sus largos viajes. Se ha creado un paraje natural donde se ha establecido una flora y fauna muy particular, raro ejemplo de cómo la acción humana puede generar ecosistemas valiosos. Estas salinas se nutren de las aguas mediterráneas que provienen del paraje natural de la playa de Es Trenc, y las cuales son idóneas para la fabricación natural de cloruro sódico. Eché a faltar el equipo de fotografía que suelo llevar cuando salgo a hacer turismo. Entorno y luz configuraban los ingredientes perfectos para  unas buenas panorámicas... el móvil suplantó a la reflex y juntos salimos del paso para ilustrar el post de hoy.

De la Colonia de Sant Jordi nos fuimos a tomar una café a Santany. Hacía tiempo, Vega, había colgado una foto en el facebook de un lugar con muy buena pinta que invitaba a pasar el tiempo con un libro y un té. Dicen que la curiosidad mató  al gato y allí que nos fuimos en busca de la imagen que había visto en la red. Lo encontramos a la primera gracias a San Google, aunque no tenía pérdida. Sa Botiga es restaurante, café, bar, bistro. Si no estas acostumbrado, te extrañará ver que todas las pizarras y carteles estan en alemán. No obstante, el idioma no fue impedimento para entrar y tomar el café deseado. Un camarero con acento italiano nos atendió en un correcto castellano. Estaba claro que el local esta enfocado al turismo de alto standing que habita por la zona tanto en invierno como en verano. El precio de los cafés (cortado y café con leche) confirmó nuestra sospecha, 4,80€ no es el precio que pagamos cada día en los bares habituales. 
Santany. 
Santanyí es el municipio situado más al sur de Mallorca. Limita con los municipios de Ses Salines, Campos y Felanitx, además de tener 35 kilómetros de litoral. Dentro de su territorio se encuentra el Cabo de ses Salines, el extremo más meridional de la isla, alejado unos ciento cincuenta km. de la costa africana. Sus núcleos de población son once: La Costa, s’Alqueria Blanca, Cala Santanyí, Calonge, es Llombards, Cala Llombards, Son Moja, Cala Figuera, Portopetro, Cala d’Or y es Cap des Moro. Santanyí se encuentra a 56 kilómetros por carretera de Palma. Santany ha sido uno de tantos pueblos de Mallorca que ha visto incrementada la oferta de turismo interior. Sus edificaciones son típicamente mallorquinas en el centro urbano, en los alrededores pueden verse variedad de casas de campo y chalets. 
La iglesia parroquial de Santanyí se puede disfrutar desde uno de los muchos cafés y bares en la plaza mayor. La construcción comenzó el 25 de julio de 1786, cuando el rector de Santanyí, Nicolau Pons, puso la primera piedra para la nueva iglesia. Es por eso que un festival en la ciudad se celebra en este día todos los años. Las obras de la construcción tardaron 25 años en completarse y se construyeron con areniscas especiales de Santanyí, conocidas en toda España. El campanario, fue construido en 1850 por iniciativa del administrador de la iglesia, Oliver de ca Lluc. Vale la pena notar dentro de la iglesia, es su retablo masivo, realizado por Pere A. Umbert, y el hermoso órgano. Ambos fueron traídos a Santanyi desde el convento de Dominicos en Palma, después de que el ministro Mendizábal ordenó la apropiación de los bienes del monasterio. Santanyi adquirió el órgano y el retablo, ambos fueron transportados por mar desde Palma hasta Santanyi. El órgano fue construido por el famoso maestro de órgano, Jordi Bosch. El órgano es tan grande que la iglesia tuvo que ser rediseñada para acomodar este enorme instrumento.
El resto de la tarde podría haber transcurrido en Cala LLombars, pero el cielo amenazaba tormenta y la compra semanal del sábado nos estaba esperando.
Sin duda esta zona de Mallorca merece que la descubras.

jueves, 17 de enero de 2019

Bizcocho refinado, no apto para tiempos modernos.

En un primer tiempo de este siglo o quizás del otro, los medios de comunicación y las redes sociales han sido la pieza clave para que la cocina tradicional quedara
foto de Pinterest
en un segundo plano, dando protagonismo a la comida de diseño de las grandes estrellas de la restauración mundial; comidas muy elaboradas con ingredientes alquímicos engañaban a nuestras pupilas con el deseo gustativo, inalcanzable para los bolsillos de la mayoría de navegantes y lectores deseosos de viajar por el mundo de las estrellas Michelín y de los fogones de ilustres cocineros. La visita al Parnaso culinario no fue concedida para los mileuristas y demás hijos de la plebe que, en tiempos de crisis ya buenas son tortas y con pocos ingredientes o al menos los de siempre, debíamos continuar ingiriendo carbohidratos, proteínas, vitaminas y una larga retahíla de "inas" para poder seguir llegar a fin de mes con la salud más saludable posible. También se comenzó por aquellos días a incidir en que hay una comida saludable que previene no se cuantas enfermedades y te pone la piel más tersa, las uñas más duras y evita caer en estados de la mente que te permitirán seguir siendo la persona mas maravillosa del mundo mundial. Pues, si cuando mi más tierna infancia sólo había la cocina de mi abuela y la de mi madre, ahora me encuentro que además de lo que cocina la suegra, puedo viajar por cada país para hacer una sopa, por cada religión para hacer el postre y buscar en la literatura los menús de cada día. Sin duda, la cocina está tomando una relevancia en las estanterías virtuales del que le gusta comer bien que aún variando de viandas, será incapaz de degustar la repetición de la receta por cien años que viva. Como aventurera culinaria, estas excursiones suponen que en mi despensa tengan que coexistir  el ajo, pimentón y sal de toda la vida con un amplio abanico de tarros de especias mas parecido al catálogo de cualquier jardín botánico, desde la pimienta de Jamaica, al curry verde pasando por la nuez moscada de Madagascar, amén de coles chinas, cereales transatlánticos y otras hierbas porque de cortes de carnes de animales me autoexcluyo.

Y con todo este panorama, de tarde en tarde, buscas la comida simple con los ingredientes de toda la vida, para hacer aquel bizcocho de yogur que fue el "top tem" de los bizcocho de las amas de casa ochenteras, y que alguien te dijo que le metieras trocitos de manzana para que quedara más jugoso y que si no tenías yogur de limón no pasaba nada porque podrías usar el natural de toda la vida.

foto: Natalia Valdés
Rescaté la receta de mi libreta y en menos de cinco minutos ya tenía lista la masa del bizcocho de yogur con ingredientes refinados que harían que todos los males entraran en mi cuerpo y en el de quien osara comer tal pecado gastronómico. En medidas (del envase del yogur), añadimos primero, ritualmente los ingredientes secos: tres medidas de harina de repostería, dos medidas de azúcar, un sobre de levadura en polvo; y los ingredientes húmedos: un yogur, tres huevos enteros, una medida de aceite y una manzana troceada. Con estos ingredientes mezclados hasta obtener una crema ya tienes la masa de lo que será tu bizcocho de yogur. Lo viertes en un molde y le introduces los trozos de la manzana esparcidos por la superficie  o bien los empujas hacia dentro. También  puedes mezclarlos con la masa antes de volcarla en el molde. Lo cueces en el horno a unos 180ºC  con calor arriba y abajo, durante aproximadamente tres cuartos de hora. Sabrás que está cocido por dentro cuando al introducir un cuchillo en la masa, éste salga limpio.
Si el aspecto opaco del bizcocho no te gusta y quieres que quede más bonito puedes pintarlo con mermelada diluida (calentar la mermelada al baño María). Te dará un aspecto brillante.
¿Qué quieres convertir el bizcocho en uno de esos saludables  que son beneficiosos para el cuerpo y el espíritu? Pues ya sabes que  hacer, cambia los ingredientes refinados por los integrales y o biológicos... así de fácil. Por supuesto que la textura y el sabor será diferente pero los dos están muy ricos.  




sábado, 5 de enero de 2019

Frejoles con patates o judias verdes con patatas

Ya es sabido que los alimentos reciben diferentes nombres dependiendo de la zona de país - como casi todo -, en Asturias a las judías verdes las llamamos fréjoles y en Mallorca les decimos mongeta plana. En cuanto a las patatas, en ambas zonas le decimos: patates.  Así pues, los fréjoles con patates es una comida habitual de la comida tradicional en Asturias.  Sí, esa comida que hacían nuestras madres y abuelas y  pocos somos los que recordamos el sabor, postergado por la nueva cocina con alimentos traídos de otras culturas e incluso con otra forma de alimentarse; cocina vegana, vegetariana, macrobiótica, paleolítica, tex-mex, anglosajona, asiática, etc.. Es lo que nos ha traído la globalización, el intercambio cultural  e internet. 
Desde muy niña me gustó hacer mezclas con la comida y saltarme la receta del libro, pero a veces las papilas gustativas demandan los sabores de la infancia, y esto es lo que me pasó ayer cuando fui a hacer la compra. No es muy habitual encontrar a buen precio la mongeta plana en Mallorca, entre otras cosas porque no es muy habitual en la cocina. Suele utilizarse mas la judía verde redonda. Ayer estaba a buen precio y tenía muy buen aspecto: verde y tersa como la recordaba de cuando las arrancaba de la mata en la huerta de mi güelito Lolo. La tienda en la que estaba era de venta de productos ecológicos y de proximidad, lo que me da mas confianza aún para decidirme por comprar las verduras. Así que llené una  bolsa de fréjoles salivando aquel recuerdo de otros tiempos porque no recuerdo haber cocinado fréjoles con patates desde que  vivo aquí. Sí, sí, son  esas cosas que pasan cuando eres emigrante, te acostumbras al lugar dónde vives y te vas adaptando hasta en el comer ...

La receta de los  fréjoles con patates es de lo mas sencilla que pueda haber. Ambos alimentos eran habituales en todas las  huertas de Asturias e incluso hoy siguen siéndolo, junto con las cebollas y el perexil. También es habitual encontrar lloréu  o lo que es lo mismo: laurel. Los otros ingredientes que también están en las cocinas asturianas, sal, ajo y pimentón, se traían de fuera. Los ajos, generalmente de León y el pimentón supongo que de Extremadura. A veces se añadía un poco de chorizo qué enriquecía mas el plato y le da mas sabor (hoy no tenía chorizo asturiano).  Las cantidades de los  ingredientes, cuando has visto cocinar toda la vida y los fogones son lo tuyo, pasas de la bascula y lo haces a ojo de buen cubero. No obstante os pongo las  cantidades orientativas que aparecen en el libro ¨El arte de cocinar" de María Luisa García*:
  • 1 kg. de judías verdes
  • 1 kg. de patatas
  • 1 ajo (yo eché tres)
  • perejil (lo cambié por tomillo porque no tenía y no es aconsejable porque da un sabor dulzón)
  • 1 trozo de cebolla ( puse una entera)
  • 1 trozo de laurel (añadí una hoja entera)
  • 1 cucharadita de pimentón (le puse dos de pimentón dulce pero quizás añadiendo un poco de pimentón picante daría un sabor mas intenso)
  • Aceite
  • Sal (en el libro no aparece entre los  ingredientes, pero se sobreentiende)
A los fréjoles hay que quitarles la vaina o solamente los extremos si están muy tiernos y trocearlos en tres o cuatro partes dependiendo del tamaño y del gusto de cada unoMaría Luisa, dice en su libro que los fréjoles hay que cocerlos al principio con las patatas. Aunque en la receta de hoy he cocido previamente los fréjoles -sin las patatas- durante media hora (se añaden las judías verdes al agua hirviendo con sal, sin tapar la olla y durante veinte minutos).
La cebolla y el ajo se pelan como es habitual quitando la capa exterior. Las patatas se pelan y se lavan
Una vez que hayas machacado en el mortero el ajo y el perejil con el pimentón y cortada la cebolla, puedes ir troceando las patatas. ¡Ojo, las patatas no se han de trocear cortándolas con el cuchillo.! Deberás chascarlas. Chascar las patatas consiste en introducir el filo del cuchillo en la patata y, a continuación, arrancar el trozo de patata. Este corte suele emplearse para dar consistencia a guisos ya que esta forma de romper la patata permite que vaya soltando el almidón en la cocción. Una vez que estén troceadas se pasan por agua para quitarles los restos de tierra que hubiera podido quedar.
Pues bien, vamos a cocinar  antes de que nos vayamos por las ramas con comparaciones entre la literatura y la experiencia que ya sabemos que cada maestrillo tiene su librillo:
  1. Cocemos los fréjoles como se ha descrito anteriormente 
  2. En una olla sofreímos la cebolla hasta que  esté pochada.
  3. Se añaden las patatas troceadas a la cebolla pochada.
  4. Se añade un poco de pimentón
  5. Añadimos el majado de ajo, perejil y pimentón desliado en un poco de agua.
  6. Se mezcla todo bien , se cubre con agua hirviendo a la vez que añadimos sal y el laurel.
  7. Se añaden los fréjoles
  8. Se deja cocer todo junto hasta que las patatas estén blandas
Aunque María Luisa, plantea este orden en su  receta, creo que la próxima vez modificaré la formula y después de sofreír la cebolla a la vez que añado la patata cruda, añadiré los fréjoles troceados y limpios, dejando que se sofría todo junto al majado de perejil, pimentón y ajo. Cubriendo de agua, una vez que todo se haya rehogado, y dejar cocer hasta que la patata esté blanda.

Otra posibilidad que creo recordar alguien hacía, era introducir todos los ingredientes en la olla rápida y cocer el tiempo que requieran las patatas. Particularmente a mi esta opción no me gusta porque los sabores quedan mas diluidos y no se controla bien el espesor del caldo.

De cualquier manera los fréjoles con patates, es un plato fácil de hacer, muy económico y está buenísimo. 

Buen provecho.










Sheila Lumen

Eran las ocho menos diez minutos cuando pedimos dos Riberas del Duero a la camarera que atendía la barra del bar. Una muchacha se acercó a...