domingo, 25 de noviembre de 2018

A propósito de la vida de las mujeres

El 24 de octubre, Carmen Alborch, se fue dejando tras de sí, la historia y la obra de una mujer con una trayectoria diferente a los ejemplos que teníamos las mujeres de los años noventa, y que por aquel entonces comenzábamos a sumergirnos en política militando activamente en el "partido", en el "sindicato" y en el recién creado Consejo de la Juventud. 


Recuerdo que tanto ella, como Cristina Almeida, fueron mis referentes como prototipo de mujer que se habían hecho un gran hueco entre tanto hombre que  presumiendo de progre, aún arrastraban pensamientos y maneras de la España oscura. Sin olvidar a Dolores ya muerta y que no sé por qué la veía como la abuela que no conocí, luchadora e incansable, con voz de mando.

Rememoro aquellas tardes, largas en debates, en que otras mujeres mucho más cercanas a mí, plantaban cara a la política de los herederos de los que habían perdido una guerra y por supuesto a los vencidos que, por aquellos días, permanecían al acecho de cualquier desliz de la democracia.  Mujeres que fueron capaces de estar en la creación de partidos, recomponer sus propias ideas con el devenir de los días, e irse a otros partidos y coaliciones o permanecer inmóviles a sus pensamientos en el origen de los tiempos de cambio. Que fueron criticadas y tal vez apartadas. No sé bien si por ser mujer o por ser capaz de renovar sus propios pensamientos pensamientos, tal vez por ambas cosas. Y en esta tormenta de recuerdos aparecen las que se jugaban sus puestos de trabajo peleando por unas condiciones más dignas e incluso al propio derecho de ser mujer, madre y trabajadora a la vez. 
Muchos nombres de mujer: Cristina, Ana, Clement, María José, Sara, Lourdes, Pili, Mariena y tantos otros nombres que la lista se haría interminable. De cualquier forma todas ellas; las que se quedaron, las que cambiaron o las que nunca estuvieron aún estando; a todas ellas, y por supuesto a mi madre que caminó siempre adelante, debo ser la mujer que hoy soy.

Y diréis por qué comienzo hablando de Carmen Alborch y llegó hasta mi madre; pues porque desde mi estantería, el libro que hoy me ha llamado pidiéndome que abriera sus páginas es "Solas" escrito por Carmen Alborch en 1999. Y en la página al azar, por la que lo he abierto, habla de nuestros recursos y capacidades y de la confianza que debemos tener en nosotras mismas para fortalecernos y hacernos más poderosas después de haber caído en una crisis psicológica por haber interiorizado nuestros fracasos...

Tras  una serie de circunstancias sobrevenidas por el simple hecho de estar viva y viviendo, me he sentido fracasada, perdiendo la capacidad de soñar y las ganas de pelear.  Son días de recuperar la fantasía, de quitarle miedo a la realidad y ponerle color a la vida. Porque también nos enseña a poner el freno de mano y aparcar nuestra mente durante un tiempo para poder plantearnos el resto del camino. 

Quiero desde aquí enviar el recuerdo a todas las mujeres de mi vida. Las mujeres de mi propia familia que conocí y las que no pero que conocí su historia. Las mujeres de las que tuve ocasión de aprender escuchándolas atentamente en sus intervenciones, las que tuve ocasión de compartir momentos de la historia y de nuestra propia  historia.  A todas ellas doy las  gracias por haber pasado por mi vida dejando un  trocito de ellas en mí.

Os recomiendo la lectura de "Solas" 
Una obra audaz y diferente que rompe estereotipos y que concluye que vivir sola no es estar sola. Desde su vivencia, pero sin olvidar que formamos parte de una cultura y de una historia particular, nos habla de los profundos cambios que han sufrido las mujeres educadas para ser, sobre todo, esposas y madres.




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