lunes, 21 de enero de 2019

Segunda oportunidad

Imagen de Pinterest
¿Cuántos recipientes tienes en tu casa que no usas? Tazas viejas que te regalaron, una cajita de latón que compraste cuando quisiste probar aquel té rojo y que nunca más rellenaste, los frascos de mermelada que  guardas en la despensa por si un día te atreves con  el membrillo, la tetera de hierro fundido que se quedó oxidada, el camión del sobrino con el que no juega o el cucharón que te prestaron en aquella cena para servir la sopa de marisco y que nunca más devolviste... A infinidad de utensilios decorativos que estamos cansado de tener en el fondo de los armarios podemos darles una segunda oportunidad.
Primero fue un tablero en mi cuenta de Pinterest. Navegando por la red social, me encontré numerosas fotos de macetas que no eran macetas y que quedaba muy chulo y original. Comencé a coleccionar imágenes que me sirvieron para tener ideas. Así fue como se crearon diferentes tableros relacionados con el reciclaje para maceteros, uso de palets o con neumaticos.
La crisis y la insistencia mediática del reciclaje y la ecología  coincidieron con el comienzo de mi vida campestre. Obsesionada con plantar flores que dieran colorido al terreno marrón, no acababa de ver las típicas macetas en medio del campo; y sembrar las gazanias y las margaritas así, sin más, en el suelo, tampoco me acababa de convencer. Necesitaba algo que delimitara una especie de parterre o jardinera así que me atreví a utilizar los neumáticos viejos... así a lo bruto, sin pintar ni nada. La idea no era mía, la estaba copiando de una foto en dónde habían pintado de colores las gomas y sembrado unas bonitas flores en medio del cesped. Tanto colorido me parecía un poco hortera y me recordaba a las macetas de plástico de colores de mi infancia, así que entre una cosa y otra, no estaban los tiempos para gastar en botes de pintura, ni perder el tiempo en pintar algo que no sabía si acabarían en el punto verde o iban a perdurar lo que llevan en mi jardín, coloqué las llantas, las rellene de tierra y sembré unos bulbos: ¡siete años con flores!. Otro día miré la cesta de la fruta que se comenzaba a oxidarse. Había sido cara y recuerdo haberla comprado en una tienda de decoración algo de Palma. Me daba pena tirarla. A veces soy un poco Diógenes y guardo las cosas que sé que jamás volveré a emplear. Así que me dije que quedaría bonita con una planta. Pero al ser de alambre, la  tierra

no se mantendría, así que la forre con fibra de coco y transplanté una cinta que había por casa a la cual le salían las raíces. La cesta continúa colgada de la rama de un almendro en mi jardín. También utilicé una fuente de barro rajada a modo de plato de maceta o unos palets como sofá para el porche. En el campo intento usar cosas recicladas, así el desgaste de estar a la intemperie no se nota tanto y  queda bonito. 

Esta mañana recordé las latas de té que comenzaban a oxidarse  y que guardé en el patio de casa En la última limpieza me dió pena tirarlas. No son antiguas pero son bonitas. Aprovechando unas ramas que tenía echando raíces en un vaso, pensé en hacer unas macetas para dar un poco de verdor a la aburrida librería. Así que sin pensarlo dos veces, rellene las latas de tierra y planté las ramitas de cinta, también aproveché un tarro de cristal de esos de yogurt para que mi preferida no se oxidara del todo y poder recuperarla para cualquier otra cosa. Metida en transplantes, me dí cuenta que los bulbos que había comprado el sábado, también necesitaban un cambio pero las latas eran demasiado pequeñas, así que busqué en el armario un bol del tamaño adecuado para trasplantar la maceta y sí encontré uno heredado de mi madre que me pareció adecuado para que crecieran los jacintos. 
Consumimos más de lo necesario y nos dejamos llevar por los escaparates tan bonitos que ponen en las tiendas de decoración. Lo mismo pasa con la ropa o con los muebles. No esperamos a que se rompa dándoles "tuneos". Por pereza o por falta de imaginación, tiramos trastos que podríamos pintar, decorar o cambiar de aspecto en poco rato. Reciclar es divertido y entretiene. En internet hay millones de ideas para cambiar de aspecto cualquier cosa que tengas en casa.  Anímate y comparte tus proyectos. Sentirás satisfacción del cambio.

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